Asger Holm (Jakob Cedergren) es un policía encargado de despachar las llamadas de emergencia de la policía danesa. Enojado por su monótona tarea, atiende con cierto desdén. Poco a poco entendemos que está ahí como castigo, el día siguiente irá a juicio por alguna falta que cometió, misma que lo alejó del trabajo de campo para llegar a donde está ahora: frente a un monitor, con una diadema, contestando llamadas.
El tedio es mayor hasta que recibe la llamada de una mujer que apenas y murmura. Luego de una serie de preguntas, Asger se da cuenta que se trata de un secuestro. Es entonces cuando el oficial se convierte en otra persona: quiere rescatar a esta mujer a como dé lugar y para ello sólo tiene un teléfono y una computadora.
El policía pide ayuda a otras corporaciones, pero se desespera con lo lento de sus respuestas. Rompe las reglas, pide ayuda a un colega y no se va de su lugar, aunque ya sea momento de checar tarjeta e ir a casa.
El compromiso de Asger es visto con sospecha por sus compañeros que le piden que se calme, “al fin que ya viene el cambio de turno”. Pero Asger no cede: está decidido a salvar a esa mujer.
Se trata de Den skyldige (Möller, 2018) filme del danés Gustav Möller con más de 43 premios internacionales y que es un ejemplo de gran cine hecho con recursos mínimos. Y es que lo único que vemos por espacio de 75 minutos es al oficial Asger contestando llamadas, gritando al auricular y perdiendo la paciencia ante la pazguatez de sus compañeros que no entienden lo crítico de la situación.
Sin música que dicte emociones, con gran manejo de los espacios y un giro digno del mejor Hitchcock (La Ventana Indiscreta, 1954), se trata de un filme notable, cuyo peso cae en los hombros de un sólo actor que está todo el tiempo a cuadro.
El remake gringo de esta cinta llega a Netflix con el nombre de The Guilty (2021). Protagonizada por Jake Gyllenhaal, bajo la dirección de Antoine Fuqua (Training Day) y guión de Nic Pizzolatto (True Detective). Se trata de una copia prácticamente idéntica de la cinta original. La única diferencia es que esta sucede en Los Angeles, en plena tarde de incendios.
A pesar de tener más recursos y una superestrella al frente, Fuqua no puede emular la eficiencia ni la economía de recursos de la original: se siente obligado a poner música de fondo, a usar flashbacks y a pedirle a Gyllenhaal un registro al borde de la sobreactuación.
La única aportación valiosa de esta versión es cierto comentario sobre la brutalidad policiaca, un giro que le da un peso mucho más relevante al final. Ver ambas cintas es todo un ejercicio de cine donde queda claro que a veces menos es más. Mucho más.
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