The Flash —cuarto largometraje del cineasta de origen argentino Andy Muschietti— es un ambicioso cóctel de géneros cinematográficos (drama familiar, película de acción, comedia slapstick, cinta de viaje en el tiempo) que falla y acierta casi en partes iguales pero que triunfa absolutamente en un sólo rubro, si acaso el más importante: ser un homenaje a todo el universo DC (desde sus albores hasta nuestros días) y a la cultura nerd en general.
La cinta inicia (como casi todas las del género) con una deslumbrante secuencia de acción donde Barry Allen/Flash (Ezra Miller) salva un pabellón de recién nacidos (unos bebés hechos con el peor CGI del multiverso) en un hospital a punto de colapsar. La secuencia pretende mostrar las habilidades de Flash, pero no logra transmitir la sensación de velocidad, al menos no con la efectividad de X-Men: Days of Future Past (Singer, 2014) y su memorable secuencia Time in a Bottle.
Hecho el trámite, inicia la película. Barry se da cuenta que si corre lo suficientemente rápido puede viajar en el tiempo y decide ir al pasado para evitar el asesinato de su madre. Batman (que sabe algo sobre la pérdida) le advierte que es una mala idea, pero Barry no escucha y hace todo lo que el Doc Brown nos advirtió que no hiciéramos en un viaje en el tiempo, modificando así la línea temporal a otra donde los superhéroes de la Liga de la Justicia no existen excepto uno, el mejor Batman de la historia: el que interpreta Michael Keaton, por supuesto.
La película navega una y otra vez entre aciertos (la presencia de Maribel Verdú, el humor constante, el tema de la pérdida y el duelo Batman y Supergirl) y también desatinos (el CGI, las secuencias de acción, la trama convulsa), pero su principal enemigo es su cercanía con Across the Spider Verse. Ambas comparten los mismos temas, pero mientras que The Flash los aborda con exceso de efectos, Spider-Man los encara con una narrativa inevitablemente superior.
The Flash es también un homenaje/remake/saqueo a Back to the Future (Zemeckis). Viviremos de nueva cuenta la invasión del general Zod (así como vivimos por segunda vez el baile escolar en Volver al Futuro II), se harán chistes sobre Eric Stoltz y Barry se encontrará con su yo más joven, lo cual detona una serie de secuencias que hacen brillar a Ezra Miller. El truco se sostiene y funciona no gracias al CGI, sino al increíble rango de un Ezra Miller que, cancelaciones aparte, es la gran estrella de esta cinta, incluso por encima del cameo extendido de Michael Keaton, cuya presencia (junto con el score clásico de Danny Elfman) sólo sirve para afirmar lo que ya sabíamos: las películas de antaño (Donner, Burton) son insuperables.
Divertida, incluso conmovedora, The Flash da la estocada final al Snyderverse, mostrándolo como un borracho necio sumergido en un charco de agua hedionda. No puedo sino reír a carcajadas.