Un gobierno al que le encuentran casos de corrupción un día sí y al otro también, una administración pública cuyas instituciones han sido destruidas, una población sumida en la pobreza y la inseguridad, donde el asesinato de periodistas hace evidente la putrefacción del sistema.
No, no estoy hablando de yasabenquién. Se trata de la oscurísima y decadente Ciudad Gótica, la ciudad donde vive The Batman (USA, 2022), el personaje creado por Bill Finger y Bob Kane en 1939 y que en esta nueva versión rompe completamente con el esquema clásico de lo que hasta hoy el cine nos ha vendido como “superhéroe”.
En un género donde salirse de la fórmula equivale al suicidio en taquilla, The Batman es una de las películas más arriesgadas del cine basado en cómics. No hay historia de origen, superbatalla final o la gran escena de acción por computadora. Incluso la línea entre “buenos” y “malos” resulta difusa.
A cambio, Matt Reeves entrega una película noir, un relato hard-boiled que sucede en una Ciudad Gótica corrupta y asquerosa, como nunca la habíamos visto. Para ello, el director roba y/o toma prestado de cintas como A Touch of Evil (Welles, 1958), Chinatown (Polanski, 1974), Klute (Pakula, 1971), Christine (Carpenter, 1983), y principalmente Se7en (1995, Fincher).
En la Ciudad Gótica de Reeves, todos los personajes están rotos, cargan culpas y están obsesionados con el pasado. Es el caso de El Acertijo (Paul Dano) que dista mucho del clásico villano batmanesco, siendo aquí un asesino serial que recuerda al famoso Zodiaco de los años setenta. Y qué decir de Bruce Wayne, que lejos de ser aquel playboy filántropo que conocíamos ahora es un ser torturado por la muerte de sus padres. Batman es la cicatriz de esa herida.
Por cierto, olvídense de la estúpida polémica: Robert Pattinson es Batman. No hay más.
En su afán por alejarse de la fórmula del blockbuster, Reeves comete varios errores, siendo el principal un manejo terrible del espacio cinematográfico (cuyo exceso se demuestra en cierta escena de persecución de autos), así como en la manía de filmar todo en primerísimos planos con música repetitiva y machacante.
Y es que la acción es lo de menos, lo que abunda son las secuencias en las que Batman, junto con Gordon (excelente Jeffrey Wright) investigan las escenas del crimen, descubriendo en el camino algunos de los horrores más perturbadores jamás vistos en una película de Batman.
Matt Reeves busca reinventar el género, y aunque el resultado dista de ser perfecto, prefiero mil veces un cineasta que asume el riesgo a ver de nueva cuenta la misma película de superhéroes, una y otra vez.
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