Estamos en Texas, 2016. En la televisión, Donald Trump está desesperado por convencer al ciudadano común para que voten por él. Mientras tanto, Mikey está desesperado por convencer a su esposa (que no ha visto en años) para que lo reciba en su casa, aunque sea por dos noches.
Haciendo gala de una labia que no distingue entre verdad y mentira, Trump eventualmente llegará a la presidencia, mientras Mikey, con la misma estrategia, logrará convencer a su esposa Lexi (la actriz de teatro Bree Elrod) para quedarse mucho más de una noche en esa pequeña casa donde, además, vive también su suegra Lil (Brenda Deiss, descubierta por Baker mientras ella salía de un baño portátil).
Mikey es un exactor porno que regresa a su natal Texas sin maleta, golpeado de la cara, con 20 dólares en el bolsillo y con la canción Bye, Bye Bye de *NSYNC en la cabeza.
Nunca queda claro cómo es que Mikey perdió todo, pero rápidamente trata de conseguir trabajo, sin éxito. Pero esto es Norteamérica y el sueño americano es para todos. Así, Mikey consigue trabajo como dealer, y le va muy bien: God bless America.
Red Rocket (Estados Unidos, 2022), el séptimo largometraje de Sean Baker (Tangerine, The Florida Project) es un estudio de personaje que sigue al pie de la letra sus tics de autor: actores no profesionales interpretando personajes marginales en escenarios reconocibles de la “América profunda”, con hermosas tomas que aprovechan la llamada “hora mágica”, en historias que usualmente crean empatía con sus personajes. Esto último podría ser la excepción en Red Rocket, y es que Mikey (Red Rex, antiguo VJ de MTV y exactor porno) es un arrogante, narcisista, oportunista, quien por momentos es difícil amar, pero también es difícil odiar.
Cautivador, deambulando con una bicicleta o en el auto de su vecino y nuevo mejor amigo, a quien le cuenta todas sus historias (Ethan Darbone, un chef local), Mikey conoce a Strawberry (Suzanna Son, descubierta por el director afuera de un cine), una guapa e inteligente jovencita de 17 años (“en tres semanas cumplo 18”) a la que Mikey ve con ojos de amor, pero también de interés. Su plan será conquistarla para luego convencerla de volverse estrella porno. Ella es su boleto de regreso a Hollywood, a la fama y al dinero.
Sean Baker pone un escenario complicado para el público: ¿queremos que este depredador de 45 años logre conquistar a la muchacha de 17?, ¿se puede ser empático con este personaje?
Tal vez no importa. Es claro que Baker ama a su personaje, tanto que no lo dejará ir sin pagar las consecuencias de sus actos. Estamos frente a una historia circular en la que al final, el delirio y la posverdad parecen ser la única salida. Bye, bye, bye.
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