Al inicio de Lightyear (Estados Unidos, 2022) —la opus 26 de los estudios Pixar— un epígrafe nos indica que lo que estamos a punto de ver es una película de 1995, aquella que inspiró la creación de populares figuras de acción, una de ellas, regalo de cumpleaños y juguete favorito de un viejo conocido nuestro: Andy, aquel niño cuyos juguetes eran los protagonistas de esa obra maestra llamada Toy Story (Lasseter, 1995).
Esto es apenas uno de los múltiples guiños que por toda la película habrá hacia la tetralogía original, aunque dicho epígrafe genera más preguntas que respuestas: ¿cómo le hizo Andy para ver una película animada por computadora en 1995 si la primera fue justamente Toy Story? O qué tal esto: ¿un beso lésbico en una película infantil de 1995? No lo creo. Si en 2022 un inocente besito entre dos mujeres genera tal escándalo. ¡En pleno 2022!
A lo mejor esta confusión temporal es parte del guión, toda vez que Lightyear va justamente de eso. Luego de fallar en una misión (por culpa de su enorme ego) y dejar varados a cientos de seres humanos en un planeta hostil, Lightyear (voz de Chris Evans, ¿dónde está Tim Allen?) decide probar con un nuevo combustible que le permita alcanzar la velocidad necesaria para rescatar a todos y llevarlos a casa.
El problema es que, cada que Buzz sale al espacio a probar este nuevo combustible, pasan cuatro años en el planeta, mismos que para él son apenas unos minutos. Más rápido de lo que pueden decir Interestellar (Nolan, 2014), un conmovedor montaje nos muestra los efectos del paso del tiempo: la compañera de misión de Buzz, Alisha (voz de Uzo Aduba), envejece, se casa, tiene hijos y le da un tierno beso a su esposa, todo antes de morir.
Estos primeros minutos son sin duda los mejores de la película, pero cuando la misión da un giro y se unen más personajes al elenco, la cosa se torna aburrida, derivativa y muy similar a los muchos estrenos que Disney ha tenido directo en video. La ironía es que aquí ocurrió lo contrario: mientras que Lightyear se estrenó en cines, obras decididamente mayores como Luca y Turning Red se fueron directo a video, o sea, a Disney Plus.
Lightyear carece del alma, de la chispa y de la imaginación desbordada que es usual en Pixar. Se siente como un intento desesperado por sacarle más jugo a una franquicia que, según sus propios creadores, ya estaba cerrada. Es un producto propio de botadero de centro comercial, cuyo único mérito es desbancar a
Cars 2 (Lasseter, 2011) como la peor cinta de Pixar.
Lo verdaderamente notable —y por lo cual será recordada esta cinta— es la estúpida polémica por la escena del beso entre dos mujeres.
Se trata de un momento por demás conmovedor, respetuoso, bien manejado y sobre el cual la película no hace escándalo alguno. No hay ideología en esa escena, sólo hay amor, un tipo de amor que en pleno 2022 sigue generando odio.