Así como los asistentes a las primeras “vistas” de los Hermanos Lumière (1895) se levantaron despavoridos al ver un tren que se acercaba hacia la pantalla, de igual forma, casi cien años después, los asistentes a una junta en la sala de proyección de Industrial Light and Magic (ILM, por sus siglas en inglés) se levantaron de su butaca, aunque esta vez para aplaudir emocionados.
Lo que estas personas vieron no era un tren sino un dinosaurio (un T-Rex), caminando hacia la pantalla en un bucle infinito. Se trataba de una prueba para demostrar al director, Steven Spielberg, que era posible hacer dinosaurios fotorrealistas por computadora para su nueva película, Jurassic Park (1993).
Tiempo después, Spielberg describió la experiencia: “Fue un momento religioso… una auténtica revelación”.
En Light And Magic (Estados Unidos, 2022), el guionista, director y ahora documentalista Lawrence Kasdan, cuenta la historia del mítico estudio de efectos especiales, líder y pionero en la industria desde que, allá por la lejana década de los 70, George Lucas reunió a un grupo interdisciplinario de jóvenes artistas para hacer los efectos especiales de su opus magna, Star Wars (1977). ILM no inventó los efectos especiales, pero indudablemente los llevó a otro nivel mediante el uso de computadoras, ya sea para manipular las cámaras o, eventualmente, para generar imágenes fotorealistas. En pocas palabras: magia.
Entre documental y video corporativo, la serie (disponible en Disney +) se convierte en el mejor detrás de cámaras sobre la trilogía original de Star Wars. Y es que Kasdan da voz y rostro a los que estaban atrás, aquellos jóvenes inexpertos e inquietos, que sin saber en lo que se metían, terminaron manufacturando casi artesanalmente una de las películas más importantes en la historia del cine.
Desde la saga original de Star Wars, pasando por E.T., Indiana Jones y Volver al Futuro, hasta las seminales Terminator y Jurassic Park. La serie es la crónica sobre el nacimiento del cine digital, desde sus albores hasta nuestros días.
Sorpresivamente, el documental tiene algo de autocrítica: no oculta los problemas internos, las escisiones en el equipo original o el trágico momento en que los viejos artistas de animación y demás artesanos vieron sus carreras extinguirse ante el incontenible poder de la computadora.
Lo que antes provocaba sorpresa hoy provoca sopor. El CGI ya no sorprende a nadie, al contrario, a veces resulta lo peor de una película.
¿Por qué pasa esto? Spielberg responde: “Los efectos deben estar al servicio de la historia, cuando los efectos se convierten en la historia, perdimos el camino”. ¿Acaso no lo hemos perdido?