Holy Spider: el horror es real

8 de Noviembre de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Holy Spider: el horror es real

alejandro aleman

Tras la Revolución Islámica en Irán, la situación de derechos humanos para las mujeres de aquel país se volvió una auténtica tragedia. Además de las leyes discriminatorias ya existentes, se impuso como obligatorio el uso del hijab, se prohibió que las mujeres entraran a estadios, anduvieran en bicicleta o practicaran ciertos deportes.

En ese escenario institucionalmente misógino se desarrolla este oscuro thriller sobre un asesino en serie que ha sumado ya 16 víctimas, todas ellas mujeres, todas ellas prostitutas. Conocido en los medios como Holy Spider (Dinamarca-Alemania-Francia-Suecia-Jordania-Italia, 2022), las autoridades llevan un año sin encontrar pistas para detenerlo.

Arezoo Rahimi (estupenda Zar Amir-Ebrahimi, mejor actriz en Cannes 2022) es una audaz periodista proveniente de Teherán que llega a Mashhad para escribir sobre los asesinatos. Ella no tiene duda: si el asesino ha acumulado tal cantidad de víctimas no es porque se trate de un astuto criminal, más bien es la ciudad, el país, las leyes, la religión y el gobierno a quienes no le importa en lo más mínimo que un hombre ande matando mujeres.

La efectiva puesta en imágenes a cargo del director iraní Ali Abbasi y de su fotógrafo, Nadim Carlsen, crean una atmósfera que recuerda a varios thrillers detectivescos con colores saturados, sucios y una cámara al hombro que inyecta temor. Pero el misterio en esta cinta no está en la búsqueda del asesino, de hecho la película nos lo muestra desde un inicio: se trata de Saeed Azimi (impresionante Mehdi Bajestani), un frustrado exsoldado, fanático religioso, amoroso padre de familia, que en las noches sale a “limpiar del pecado” las calles de la ciudad.

El verdadero suspenso radica en todo lo que Arezoo tendrá que arriesgar para llevar frente a la ley a un individuo que, para la gran mayoría de la población, no está cometiendo un delito sino al contrario, hace una “labor social”.

Arezoo enfrenta no a un asesino, sino a un sistema que la reprime por ser mujer. Lo que inicia como una especie de True Detective iraní, se transforma en una dura crítica a un sistema que se empeña en sobajar a la mujer por el simple hecho de serlo.

Rumbo a la segunda parte, la película cambia de tono (y hasta de género) convirtiéndose en un drama de juzgados que pondrá en evidencia la misoginia institucionalizada de Irán, un sistema donde el odio a la mujer va más allá de las leyes y la religión: se vuelve un legado que se transmite de generación en generación.

Y es que el giro de tuerca que hace de esta cinta una pieza excepcional viene justo al final, no sólo en el perturbador encuadre que da cierre a la película, sino cuando además, mediante un epígrafe, nos enteramos que todo está basado en un caso que realmente sucedió. La película es ficción, pero el horror, el horror es muy real.

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