En el año 2005, el gerente general de Nissan Europa, Darren Cox, presentó a sus jefes una de las ideas de mercadotecnia más atrevidas en la industria del automovilismo. Con el fin de crecer la participación de Nissan en el mundo de las carreras de autos, Cox propuso reclutar videojugadores de Gran Turismo (el mejor simulador de carreras, exclusivo de Playstation) para convertir a los mejores videojugadores en auténticos pilotos de carreras.
El experimento causó revuelo, y no era para menos: Nissan pondría al volante a chicos que en su vida se habían despegado del sofá para ahora pilotar autos que aceleran a más de 300 kilómetros por hora.
El mejor corredor emanado de aquel experimento fue el joven de origen británico Jann Mardenborough (Archi Madekwe, robándose la película). Hijo de un frustrado exfutbolista (Djimon Hounsou) que constantemente lo reprime por perder el tiempo en el Playstation, Jann por supuesto no hace caso y concursa para entrar a la GT Academy de Cox (renombrado, no sé por qué, como Danny Moore e interpretado por Orlando Bloom).
En esta historia habría por lo menos tres películas: aquella sobre cómo Cox convenció a Nissan de tan arriesgado plan, la historia sobre cómo un videojuego acortó la brecha social de un adolescente que solo le alcanzaba para un Playstation2, y la tercera, sobre cómo Mardenborough pasó de solitario chico de Cardiff a corredor profesional.
Como Nissan y Sony son los del billete, los guionistas Jason Hall y Zach Baylin se fueron por la fácil: filmar la clásica cinta del héroe improbable (a lo Rocky) que triunfa por encima de todo pronóstico (ayudado por ambas marcas, of course).
La cinta (no sin dejo de ironía) tarda mucho en arrancar. Lo interesante empieza cuando Jann gana el primer lugar en la Academia e inicia su carrera como profesional. Uno de los principales obstáculos es su entrenador, el expiloto y mecánico Jack Salter (David Harbour) quien es un escéptico de este experimento. Salter representa la incredulidad de nosotros, el público, ante esta fantástica historia.
Así, el objetivo de la cinta será justo ése: vencer nuestra incredulidad y generar empatía por el joven Jann. Lo extraordinario es que la película lo logra. Gracias a la cámara de Jacques Jouffret y la dinámica edición de Austyn Danes y Colby Parker Jr., Gran Turismo (Estados Unidos, 2023) nos enamora por sus fantásticas secuencias de carreras y por su protagonista, al que ya para media película queremos que le demuestre al mundo (y a sus padres) que jugar videojuegos no es una pérdida de tiempo.
La sorpresa es que tras el volante está Neill Blomkamp (Sector 9, Chappie) quien dirige la película sin mayor impronta, haciendo de Gran Turismo una cinta emocionante, pero que por momentos parece dirigida por un simulador que pretende hacer cine.
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