En algún momento de Fast & Furious 9 (USA, 2021), el personaje que interpreta Tyresse Gibson reflexiona con sus amigos: “¿Se han dado cuenta que nuestras misiones cada vez están más locas? Nos enfrentamos en carros, trenes, tanques, ¡submarinos! ¿Qué sigue?”
No soy un experto de la saga de Rápidos y Furiosos, pero este debe ser uno de los momentos más gloriosos de ella: hasta los personajes reconocen que todo es una ridiculez absoluta, el reino del absurdo, la grandilocuencia machista que solo entiende el mundo tras un volante.
¿Qué sigue? Lo que sigue es la última frontera, y hasta allá llegará Toretto (Vin Diesel) y su familia. Porque al parecer no hay lugar donde no se arreglen las cosas mediante un coche, así sea en el espacio exterior.
La saga de Fast & Furious se consolida como el gran entretenimiento que la industria necesita para salvar a las salas de cine. La crisis es tal que Toretto y sus amigos han llegado no sólo al espacio, sino también al festival de cine más importante del planeta, donde la llamada “superproducción planetaria” será presentada con bombo y platillo.
¿De qué va esta nueva entrega? No lo sé. ¿Importa? No creo. Una trama es tan útil para esta película como lo sería una bicicleta para un pez. Lo único que sé es que John Cena es el hermano de Toretto y que está muy enojado. Se ha robado un aparato que puede hackear todo lo hackeable y lo ha puesto en un satélite. Listo. Razones más que suficientes como para que Vin Diesel llame a sus amigos, lleven sus coches y vuelen por los aires haciendo homenajes a secuencias que van desde el Jeep en Jurassic Park (Spielberg, 1993) hasta el trailer volcado en The Dark Knight (Nolan, 2008).
Las películas de Rápidos y Furiosos se convirtieron en la saga Bond/Misión Imposible para el resto de nosotros. Olvídense de los trajes caros y el estilo suave: Toretto, con su look de mecánico malencarado, salva el día vestido de jeans, tennis y su blanquísimo tank top (tan inmaculado que parece anuncio de detergente), para luego celebrar la victoria no con martinis, sino con una cubeta de coronitas y el machacón discurso sobre la importancia de la familia. Ni siquiera el DIF es tan insistente.
Así, los autos vuelan, explotan, se voltean, se columpian, o van al espacio exterior. Anything goes. El público ruge de emoción y con algo de suerte la caja registradora también hará ruido tras un año de estar a oscuras y en silencio debido a la pandemia.
Gracias Toretto, en una de esas y salvas a las salas de cine a base de arrancones, piruetas y cubetazos de cerveza. Si en la próxima entrega no viajan en el tiempo o pelean con dinosaurios, me sentiré muy decepcionado.