Una de las obsesiones de Pixar desde el inicio de su filmografía era la recreación exacta, mediante la computadora, de los elementos presentes en la naturaleza.
El ahora cancelado (y expulsado de Pixar), John Lasseter, comentaba que una de las cosas que nunca le gustó de Toy Story (1995) es cómo recrearon el pelo humano. Mejoraron la técnica, pero no fue sino hasta 2001 con Monsters Inc. que finalmente lograron crear un personaje convincente (Sully), cubierto completamente de pelo. Lo mismo pasó con el agua: hasta no recrear de forma contundente el mar, no se embarcaron en la aventura de contar la historia de Nemo en Finding Nemo (2003).
En ese sentido, Elemental (Peter Sohn, 2023) debe ser la culminación absoluta de todos esos esfuerzos técnicos. Aquí el agua, el fuego, el viento y la tierra conviven en una ciudad imaginaria donde, en teoría, los elementos no deben mezclarse. Los reflejos del agua, el destello del viento, las burbujas creadas por la ebullición: un sinfín de acciones y reacciones inundan la pantalla como nunca antes en una película Pixar. Elemental es la cinta técnicamente más lograda del estudio.
La trama recurre a otra vieja obsesión: la lucha entre opuestos. El vaquero contra el cadete espacial (Toy Story), la risa contra el miedo (Monsters, Inc.), alegría contra tristeza (Inside Out), el día contra la noche (Day & Night) y ahora el fuego contra el agua.
Ember (voz de Leah Lewis) es hija de inmigrantes que llegaron hace mucho a Ciudad Elemental. Su padre, Bernie (voz de Ronnie del Carmen), funda una tienda alrededor de la cual se crea una comunidad de gente de fuego, como ellos. De forma accidental, Ember conoce a Wade (voz de Mamoudou Athie) un joven de agua tímido y llorón. Poco a poco ambos comienzan a tener una relación que evidentemente está prohibida: siendo él agua y ella fuego, no pueden ni tocarse, pero ello no impide que los sentimientos mutuos sigan creciendo.
Elemental es una versión sui géneris de Romeo y Julieta, una comedia romántica cuyo objetivo es crear empatía sobre la migración, las relaciones interraciales y las raíces culturales que germinan incluso en ambientes tan adversos (a los hombres de fuego les rodean ríos y ventarrones).
Se trata de un proyecto personal para el director Peter Sohn, quien con esta cinta hace homenaje a su propia familia, también inmigrante. El resultado es una película linda, divertida, que simplifica el tema racial en pos de una historia tersa.
Los elementos ya no representan un desafío para Pixar, así como esta cinta tampoco reta al espectador. La tecnología ya no incita al arte. Ha llegado la hora de que Pixar eleve la apuesta visual para buscar nuevos retos y así ser tan provocadora como antaño. De lo contrario puede que este estudio, que antes causaba tanta emoción, poco a poco se evapore.