El Barbenheimer

21 de Noviembre de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

El Barbenheimer

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El rumor dice que, cuando Christopher Nolan decidió abandonar Warner (con quienes filmó mucha de su filmografía), el estudio decidió cobrar venganza y por ello estrenaron su película más importante de 2023, Barbie, exactamente el mismo día que la nueva cinta de Nolan (ahora con los estudios Universal), Oppenheimer.

Nada de lo anterior ha sido demostrado, pero lo cierto es que esa coincidencia dio lugar a uno de los fenómenos de mercadotecnia más interesantes de los últimos años: el Barbenheimer.

Barbenheimer

Oppenheimer (Nolan, 2023) y Barbie (Gerwig, 2023) son dos caras de una misma moneda, una moneda llamada cine. La primera densa, oscura, con tres horas de duración, la otra alegre, colorida y con un mensaje, que si bien no se deslinda de sus objetivos comerciales (vender juguetes), no deja de ser interesante.

¿Cuál ver primero? La respuesta no importa en realidad, ya que va implícito el hecho de ver ambas. La supuesta vendetta de Warner termina apoyando a Nolan. Nadie pierde, en todo caso gana el cine y una industria que se debate entre la post-pandemia y el inicio de una huelga que será larga.

Iniciemos con la oscuridad. Basada en el libro Prometeo Americano, ganador del Pulitzer en 2006 a mejor biografía, Oppenheimer (Estados Unidos, 2023) es un estudio de personaje a grandísima escala sobre J. Robert Oppenheimer, físico teórico, director del laboratorio Los Álamos y líder del infame Proyecto Manhattan, aquel cuyo objetivo era crear la primera bomba nuclear, destinada originalmente para detener a los nazis, pero que terminó siendo un vulgar despliegue de poder en Hiroshima y Nagasaki.

Con un ritmo vertiginoso —recuerda poderosamente al JFK (1991) de Oliver Stone— Nolan nos lleva de la mano por el enigma que fue Oppenheimer (estupendo Cillian Murphy), desde sus días de estudiante hasta su consagración como “Padre de la bomba atómica”, y luego víctima de una cacería de brujas macartista a cargo de su rival, Lewis Strauss (Robert Downey Jr.).

Tensa, nunca aburrida, Oppenheimer probablemente inaugura una nueva etapa en el cine de Nolan, una donde se despoja de la necesidad de que todo sea un gimmick: aquí no habrá una secuencia dentro de otra (Inception), aquí no contará la historia al revés (Memento), aquí el tiempo no va en reversa (Tenet).

El gimmick, en todo caso, es la edición: la misma historia separada en dos (fisión-fusión) pero contada en paralelo. Un truco que ya había usado en Dunkirk (2017) y que aquí repite con efectividad.

100 millones de dólares ascendió el más reciente proyecto de Christopher Nolan.

El formato IMAX parece más una necedad antes que una necesidad de la película. Nolan insiste en hacer de todo su cine un evento, y esta cinta es la que menos se siente como tal: estamos frente a una película de tres horas que si bien en su centro tiene una inquietante secuencia sobre la famosa prueba Trinity (aquella que comprobó que la bomba funcionaba y que sería letal), son pocas las secuencias que realmente requerían ese nivel de inmersión.

Nolan parece regresar a los terrenos de su mejor cinta: The Prestige (2006). De nueva cuenta tenemos a dos hombres enfrentados (Oppenheimer y Strauss), apasionados y dispuestos a todo con tal de cumplir su meta. Nolan no necesita de grandes despliegues técnicos para generar tensión, lo logra con simples conversaciones (el no-juicio, la reunión para decidir dónde tirar la bomba), con encuadres simples y diálogos poderosos.

No obstante, (y ese es el gran problema de la película) Nolan no es del todo convincente en mostrar el infierno personal de su personaje (¿o acaso ese abismo existencial no existió?), pero al menos se aplaude que no recurra a la salida fácil de mostrar el horror de los efectos de la bomba.

Pero si Oppenheimer es un mundo de hombres, Barbie es el opuesto perfecto. Con un guion de Greta Gerwig y Noah Baumbach, Barbie es una cinta que claramente lucha por transgredir, no obstante que tiene a dos empresas (Mattel y Warner) pisándole los talones.

Barbie (una perfecta Margot Robbie) vive en un mundo idílico, donde las mujeres son todo lo que quieran ser, desde presidentas hasta recolectoras de basura. Este Barbiarcado cree haber resuelto todos los problemas del feminismo, pero no sabe nada sobre el mundo real.

Barbie-traje
La primera Barbie fue vestida con un traje de baño de franjas blancas y negras.

Barbie empieza a tener pensamientos “inusuales” en una muñeca; por ejemplo, ansiedad frente a la muerte. Aterrada, acude con “La Barbie rarita” (genial Kate McKinnon), quien le explica que debe ir al mundo real para arreglar sus problemas.

¿Puede una muñeca de piernas largas y silueta perfecta ser un ícono feminista?, ¿acaso Barbie no ha contribuido al atraso del feminismo?, ¿no es su figura un estándar inalcanzable que genera frustración?

9 muñecas Barbie serán lanzadas por Mattel con looks que se verán verán en la película live action.

El guion no elude estas preguntas incómodas (aunque obvias), al contrario, las aborda mediante dos armas poderosas: humor y buen cine.

Y es que si hay algo que celebrar a esta cinta es que sin duda los guionistas hicieron la tarea: la cantidad de notables influencias van desde la estética de Jacques Tati, los colores intensos de Les parapluies de Cherbourg (Demy, 1964), los bailables de Vaselina (1978), las escenas celestiales de Heaven can Wait

(1978), la saga Matrix y el cine de Stanley Kubrick, la impensable bisagra que une a Barbie con Oppenheimer.

Gerwig se sale con la suya, entrega una cinta sumamente divertida con un mensaje feminista, incluso conmovedor (nunca regañón), pero que no puede eludir el hecho de que al final esto es feminismo aprobado por las corporaciones. Y es que la cinta también tiene mucho de The Lego Movie (Lord & Miller, 2014), otra película divertida pero que nunca negó ser simplemente un anuncio de juguetes.

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