Bodies bodies bodies: terror para la Generación Z

29 de Diciembre de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Bodies bodies bodies: terror para la Generación Z

A medio camino entre el thriller, el slasher y el whodunnit, Bodies Bodies Bodies (Estados Unidos, 2022) tiene una característica que la separa de cintas similares: a diferencia de otros slashers (por ejemplo Scream), aquí es difícil empatizar con alguno de los personajes, al contrario, dan ganas de que todos se mueran lo antes posible.

En este, el segundo largometraje de la otrora actriz y hoy directora Halina Reijn, con guión de Sarah DeLappe y Kristen Roupenian (famosa por su cuento Cat Person, publicado en The New Yorker, 2017), inicia con un apasionado beso entre Sophie (Amandla Sternberg) y Bee (María Bakalova, la recuerdan por Borat 2), dos adolescentes (la primera acaudalada, la otra al parecer no) quienes se declaran amor a pesar de que tienen semanas de conocerse.

Ambas van rumbo a una fiesta en la mansión del papá de uno de sus amigos, David (Pete Davidson), un junior bastante pedante y engreído. El grupo se completa con la pretenciosa novia de David, Emma (Chase Sui Wonders), la competitiva Jordan (Myha’la Herrold), la podcastera Aice (Rachel Sennott, la recuerdan por Shiva Baby) y su novio, un cuarentón guapo llamado Greg (Lee Pearce) quien se mantiene casi todo el tiempo alejado del grupo.

La llegada (al parecer no confirmada en el chat grupal) de Sophie y la desconocida Bree crea un pequeño cisma, pero nada que no se solucione con música, alcohol y drogas. Mientras tanto, afuera, cae una fuerte tormenta. Llegado el momento, alguien propone jugar “Cuerpos, cuerpos, cuerpos”, un juego donde, al azar, alguien del grupo es “el asesino” y tendrá que ir cazando a sus víctimas alrededor de la mansión con la luz apagada mientras los demás tendrán que adivinar quién lo mató.

La cosa deja de ser divertida cuando, previsiblemente, aparece el primer muertito de a deveras. Esto desata el pánico y el caos entre el resto de “amigos”: sorpresivamente los rencores afloran y la mezquindad se desborda en diálogos que son una auténtica hoguera de vanidades. Frases como “No la llames psicópata, eso es discriminación”, “Los sentimientos son hechos” o “Tengo dismorfia corporal”, son un mar de wokeness en medio de una cinta de terror que al final no hace sino mofarse de la generación que presenta en pantalla.

He ahí lo divertido de esta cinta, que si bien cumple con las servidumbres del género (un clima de tensión constante, mucha sangre y los jumpscares de rigor) el verdadero gozo está en la burla inherente hacia la generación del ligue rápido, la corrección y los bailes de TikTok.

Más allá de la edición y de la efectiva cámara siempre al hombro, no hay mucho más que destacar en este filme, cuyas características suponen que, cual video de TikTok, se hará rápidamente viejo y desechable.

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