Blonde: historia de una víctima

1 de Enero de 2025

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Blonde: historia de una víctima

En un momento clave de Blonde (USA, 2022), el director Andrew Dominik (obras mayores The Assassination of Jesse James, Killing Them Softly) recrea la icónica escena de The Seven Year Itch (Wilder, 1955), aquella donde Marilyn pasa por una ventila del metro permitiendo que el aire juegue con su vestido.

A diferencia de una biopic convencional, Dominik lo hace no para demostrar músculo técnico sino para mostrar lo que no se veía a cuadro: las hordas de babeantes periodistas que celebraban el hecho y lo inmortalizaron en cientos de fotos. Marilyn luce espectacular, pero cuando el aire deja de soplar y su vestido aterriza, ya nadie presta atención. Para Dominik (y para la autora de la novela original, Joyce Carol Oates), la escena no es sino otra de las muchas formas de explotación que sufrió Norma Jeane, esa sex symbol mejor conocida como Marilyn Monroe.

Y es que Blonde no es una biopic. Al inicio de su novela la autora aclara que el texto es “una vida radicalmente destilada” en forma de ficción. O dicho de otra forma: quien busque en Blonde un recuento de la vida de la actriz, está en el lugar equivocado. Dominik toma partes de la vida y la filmografía de Monroe siempre con el mismo objetivo: mostrar la violencia que durante toda su vida sufrió la rubia más famosa del cine norteamericano.

El director, junto con su fotógrafo Chayse Irvin y la música a cargo de Nick Cave, no escatiman en recursos cinematográficos para crear una atmósfera de ensoñación y horror constante: modificando el formato de la imagen, cambiando a capricho de color a blanco y negro, o intercambiando lentes y texturas.

Se trata de un filme sumamente demandante, agotador incluso, donde los pocos destellos de luz emanan de la sonrisa, los ojos y la dulzura (me atrevo a decir innata) de una Ana de Armas que lo da absolutamente todo frente a la cámara.

No habrá descanso, seremos testigos de la brutalidad de cierto ejecutivo que la somete a un casting couch, de los golpes que le propina su celoso marido (Joe Dimaggio) o hasta el indignante trato que le da JFK: una escena salvaje que se transforma en inquietante monólogo.

Blonde es una cinta perturbadoramente hermosa, impecablemente interpretada, pero que plantea un dilema moral: ¿deberíamos sentirnos culpables la próxima vez que disfrutemos una cinta de Marilyn Monroe?

Claro que la actriz fue una víctima, pero esta película ignora que el poder de su vis cómica, la rebeldía inherente de sus actos y su candor frente a la cámara crearon cintas memorables que se convirtieron en un escape a la tragedia (la suya y la nuestra).

En lo que a mi respecta no sentiré pena alguna por ver el cine de Marilyn, como tampoco negaré el valor de esta película indomable.

SIGUE LEYENDO: Andor: una rebelión dentro de Star Wars