El regreso de las enfermedades olvidadas

27 de Diciembre de 2024

El regreso de las enfermedades olvidadas

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Un experto detalla cómo por la pandemia y la actual administración, la población experimenta un brusco retroceso en la salud pública

El 25 de abril de 1804 el Dr. Balmis trajo la primera vacuna a nuestro territorio y fue contra la viruela. Para 1868 ya se producía esta vacuna en nuestro país.

En 1912, en Mérida, Yucatán se fundó el primer laboratorio de producción a gran escala de vacunas. La segunda vacuna en llegar a nuestro país fue referente a la rabia, que trajo el Dr. Eduardo Liceaga en 1888 —también trajo la vacuna de tuberculosis— y su producción masiva fue posible gracias a los esfuerzos del Dr. Miguel Otero Arce.

Otro hito importante en la vacunación de México ocurrió en 1955, cuando se empezó a producir la vacuna para difteria, tosferina y tétanos. En esa época también inició la vacunación contra la polio. Para 1970 se introdujo la vacunación antisarampión.

En 1980 se creó lo que más adelante serían las Semanas Nacionales de Vacunación. Una década después se creó el Consejo Nacional de Vacunación, con el objetivo de coordinar las acciones en materia de vacunación (y que ha quedado completamente olvidado y relegado en la estrategia de vacunación contra Covid-19) y también se originó el Programa de Vacunación Universal.

Hacia finales de la década de 1990 se introdujo la vacuna triple contra sarampión, rubéola y paperas. Finalmente, para 2009 se agregó la última vacuna a nuestra cartilla pública: la del virus del papiloma humano.

›México fue país productor de vacunas desde 1926 e incluso las exportaba; sin embargo, a partir de 1973, con excepción de la vacuna triple viral, la capacidad de producción se fue perdiendo paulatinamente. Ahora Birmex —antes Instituto Nacional de Virología— es una compañía paraestatal anquilosada en su capacidad de producción e innovación. Las políticas federales han llevado a que nuestro país dependa del extranjero para cubrir sus necesidades.

Todo este recuento histórico tiene como objetivo recordar que nuestro país se llegó a caracterizar por su esfuerzo innovador y proactivo en obtener nuevos esquemas para evitar enfermedades prevenibles por vacunación y, aun con la importación de vacunas, entre 2006 y 2018, la cobertura de vacunación en niños menores de un año osciló entre 94.5 y 95.3 por ciento. En los niños de uno a cinco años, la cobertura variaba entre 97.9 y 98.1 por ciento.

Sin embargo, a partir del 2019 han disminuido de manera importante la cobertura de la vacuna contra la tuberculosis (BCG), que pasó de una cobertura de arriba del 94% a 76% en el 2019 y hasta 33% en el 2020; la de difteria, tosferina y tétanos (DTP); hepatitis B, aunque este desabasto inició en 2017, y las de Haemophilus influenzae tipo B, vacuna inactivada de polio, vacuna atenuada de polio.

Un caso aparte es la triple viral para sarampión, paperas y rubéola, que disminuyó de alrededor de 97% a 71% en 2019. En 2018, México registró desabasto de esta vacuna ante la OPS, pero de manera extraña en 2020 se reportó cobertura de 100%, lo que resulta confuso y poco creíble porque para este año, México no ha reportado el grado de desabastecimiento de vacunas ante la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

A esto se suma el incremento de casos de parotiditis o paperas en 2018 y 2019, que fue de 121% y 99.2%, respectivamente, y el hecho de que en el 2019 se registraron 19 casos de sarampión y en el 2020 hubo 196 casos.

Algo curioso en cuanto a los casos de sarampión de 2019 y 2020 es que se pueden encontrar los datos en algunas páginas del gobierno de México y de la OPS, pero el registro de los casos ha sido borrado de los boletines epidemiológicos semanales de 2020.

En el caso de la vacuna de difteria, tosferina y tétanos, el gobierno reportó coberturas de vacunación de 82% y 86% en 2018 y 2019, respectivamente. Este dato es contradictorio con lo registrado ante la OPS y que para 2019 se reportó desabasto de esta vacuna para México.

A la par de la caída de vacunación, durante 2020 y debido a la pandemia de Covid-19 se detuvo la vigilancia epidemiológica de muchas enfermedades. Por ejemplo, durante el primer año de la pandemia no se registraron casos de enfermedad invasiva por Haemophilus influenzae, meningitis por meningococo, enfermedad invasiva por Streptococcus pneumoniae, sífilis congénita, tuberculosis meníngea ni tuberculosis pulmonar. En el caso del síndrome coqueluchoide, su diagnóstico disminuyó un 49.8 por ciento.

Sí comparamos los registros de 2021 con el periodo 2013-2019, los casos de muchas enfermedades han disminuido, como meningitis por meningococo (70.6%), parotiditis infecciosa (55.3%), enfermedad invasiva por Streptococcus pneumoniae (88.4%), síndrome coqueluchoide (72.3%), sífilis congénita (93.9%), tuberculosis meníngea (98.5%) y tuberculosis pulmonar (18.8%), y seguimos sin registrar casos de enfermedad invasiva por Haemophilus influenzae invasiva.

Como ejemplo único tenemos los casos de sífilis, pues durante 2020 no se registraron casos, pero en 2021 se reportó 96.5% más de lo esperado en comparación con 2013 a 2019. Esto pudiera ser explicado porque las personas que no se diagnosticaron con sífilis en el 2020, lo hicieron hasta 2021, lo cual sería muy preocupante, porque vivieron un año con una enfermedad de transmisión sexual tratable y curable sí es detectada a tiempo.

Por lo tanto, si tomamos en cuenta la paulatina reducción en la vacunación más la disminución en la vigilancia epidemiológica, México se encuentra en un alto riesgo de presentar brotes de enfermedades como el sarampión, paperas, rubéola, difteria y tosferina.

Además, todo indica que estos brotes difícilmente serían detectados a tiempo por nuestro gobierno.