El papa Francisco también pidió este miércoles “de rodillas” que cese “la violencia” en Myanmar, tal como lo hizo hace unos días una monja en las calles de ese país asiático al enfrentarse arrodillada a los militares para que dejaran de disparar contra los niños.
“Una vez más y con tanta tristeza siento la urgencia de evocar la dramática situación de Myanmar, donde tantas personas, especialmente jóvenes, están perdiendo la vida para ofrecer esperanza a su país”, dijo el pontífice al término de la audiencia general de los miércoles.
“Yo también me arrodillo en las calles de Myanmar (Birmania) y digo: que cese la violencia. Yo también extiendo mis brazos y digo: que prevalezca el diálogo. El derramamiento de sangre no resuelve nada. Que prevalezca el diálogo”, agregó.
Francisco ha condenado en varias ocasiones la represión y la violencia que azota el país asiático tras el golpe militar que derrocó a Aung San Suu Kyi el pasado 1 de febrero.
Con sus palabras el papa quiso recalcar también la valentía de la monja católica Ann Rose Nu Twang, quien se arrodilló el pasado 8 de marzo frente a las fuerzas de seguridad birmanas y extendiendo los brazos en cruz pidió que cese la violencia contra los jóvenes durante las manifestaciones pacíficas a favor de la democracia.
Esas imágenes, inmortalizadas por los medios, dieron la vuelta al mundo.
La policía y el ejército no han dudado en usar munición real desde que empezó la insurrección pacífica contra el golpe de Estado que derrocó al gobierno civil.
Más de 200 civiles murieron desde el golpe militar, de los cuales 74 a tiros el domingo durante las manifestantes en el municipio de Hlaing Tharyar.