El papa Francisco contó este domingo que su hospitalización a finales de marzo se debió a una “pulmonitis aguda”, pero que su físico reaccionó bien por lo que desea ser seguir viajando.
“Sentí un malestar fuerte al final de la audiencia (28 de marzo)(...) pero no perdí el conocimiento”, aseguró el pontífice argentino, de 86 años, durante la tradicional conferencia de prensa a bordo del avión que lo condujo de regreso a Roma tras su visita de tres días a Hungría.
“Tenía una fiebre muy alta y (...) el médico inmediatamente me llevó al hospital”, agregó tras precisar que se trató de “una pulmonitis [neumonía] aguda y fuerte, en la parte baja del pulmón”.
“El organismo respondió bien al tratamiento. Gracias a Dios, lo puedo contar”, añadió.
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La hospitalización del Papa desató todo tipo de rumores y sospechas en torno a su salud debido a que el Vaticano anunció inicialmente que había sido internado para realizar exámenes programados.
Tras varias horas guardando silencio, la oficina de prensa de la Santa Sede aclaró que el papa padecía una bronquitis.
Interrogado a propósito de su agenda de viajes, Francisco confirmó su deseo de ir a Lisboa, en Portugal, a principios de agosto, para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y en septiembre a Marsella, en el sur de Francia.
También afirmó que sucesivamente iría a Mongolia.
“El programa me mantiene en movimiento”, bromeó.
La salud de Jorge Mario Bergoglio, elegido en 2013, se ha debilitado en los últimos años sobre todo por el dolor en una rodilla que lo obliga a desplazarse en silla de ruedas.
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