El inmerecido olvido de Zelia Nuttall
La primera persona en descifrar el calendario azteca no ha recibido el lugar que merece en la historia de la arqueología mexicana

Pocas mujeres en las ciencias han sido tan injustamente olvidadas como Zelia María Magdalena Nuttall, una arqueóloga autodidacta que fue la primera persona que descifró el calendario azteca y códices con historias y leyendas en náhuatl de la época precolombina; además contribuyó de manera muy importante a la colección del Museo Peabody de Arqueología y Etnología Americanas de la Universidad de Harvard.
Hoy, que se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, vale la pena recordar a Nuttall, aprovechando además que recientemente se publicó una estupenda biografía (In the Shadow of Quetzalcoatl, de Merilee Grindle) de esta mujer pionera que a finales del siglo XIX y principios del XX hizo su trabajo como madre divorciada en un terreno donde las mujeres eran una rara excepción.
Durante su vida, Zelia Nutall fue conocida como antropóloga, arqueóloga, etnólogos, americanista, anticuaria, folclorista
y como “dama de la ciencias”.
Merilee Grindle en In the Shadow of Quetzalcoatl.
Increíble carrera
Zelia Nutall Nació en 1857 en San Francisco California, hija de Robert Kennedy Nuttall, un médico californiano, y de Magdalena Parrott, quien era mexicana por nacimiento e hija de uno de los banqueros más ricos de San Francisco. Zelia tuvo oportunidad de educarse en diversos países europeos, habla con fluidez cuatro lenguas y podía entender y traducir algunas otras.
En 1880, Zelia se casó con el etnólogo francés Alphonse Pinart, pero se separaron poco antes de que naciera su única hija y en 1888 se divorciaron oficialmente, lo que ella aprovechó para recuperar su nombre de soltera y, de paso, abandonar la iglesia católica.
Tras una estancia en México, Nutall publicó primer trabajo en 1886, en el American Journal of Archaeology, y en él demostró que las cabezas de terracota de Teotihuacan eran, por un lado, más antiguas de lo que entonces se pensaba, y por otro que se usaban en prácticas funerarias. Este trabajo le valió ser contratada (sin retribución económica) en el Museo Peabody como asistente especial en arqueología mexicana.
Poco después, mientras vivía en Dresde, Alemania, y buscaba documentos de la historia de México por toda Europa, descubrió en la biblioteca de un barón inglés un documento de pictografía mixteca, que ahora lleva el nombre de Códice Nuttall.
Esa fue una de sus más importantes aportaciones, pero no la única. La publicación en 1914 de 65 documentos hasta entonces desconocidos sobre la circunnavegación de Francis Drake fue otro de sus trabajos más reconocidos.
A pesar de su amplio reconocimiento, el único intento de Nuttall por dirigir un gran proyecto arqueológico, le fue arrebatado, según contó ella en 1910, por el arqueólogo e inspector de monumentos Leopoldo Batres.
Su otra pasión
Desde 1902, Nuttall se mudó a vivir en las entonces cercanías de la Ciudad de México, a la espléndida Casa Alvarado en Coyoacán, donde, además de seguir con su trabajo en arqueología e historia y recibir a las intelectualidad de la época, cultivó una pasión por la jardinería y las plantas medicinales.
Nuttall murió en su casa de Coyoacán el 12 de abril de 1933, y dejó instrucciones de que todos sus documentos personales fueran destruidos. Su biblioteca fue vendida para pagar deudas.
“¡Qué mujer! Y qué fabulosa viuda para desenterrar. Zelia Nuttall era increíblemente inteligente, determinada, una madre divorciada en un mundo de hombres, una gran académica y una pensadora original, y sin embargo ha sido completamente olvidada”.
Andrea Wulf sobre el libro de Merilee Grindle.
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