@Gosimai
Comparten varias características, las ganancias económicas, los productos y servicios que intercambian, las rutas de operaciones que comparten, su habilidad para adaptarse al entorno y su alta capacidad de operación criminal con alcance internacional.
Su accionar se ha vuelto visible en Brasil, Paraguay, Argentina, en gran parte de Centroamérica y el Caribe, y México; aunque tienen presencia estratégica en Ecuador, Perú, Bolivia y Uruguay. Se trata, de acuerdo a informes de agencias de Estados Unidos y policías latinoamericanas, de las mafias rusa, italiana, canadiense, china, serbia, israelí, colombiana y mexicana.
El seguimiento de los movimientos de estos grupos data de mediados de los 90, cuando las organizaciones criminales latinoamericanas se fueron asociando para extender sus operaciones de venta de drogas, compra de armas y lavado de dinero. Desde entonces los reportes muestran un paulatino crecimiento y el tejido de redes que permitieron a estos grupos, en diferentes momentos, asociarse y compartir beneficios.
La llamada Operación Cálculo, que diseñaron las agencias estadounidenses e italianas, dejó en claro, desde 2008, la cercanísima relación del Cártel del Golfo con la ‘Ndrangheta italiana. Las actividades de esta asociación criminal se extendían en territorio mexicano, el país europeo y Centroamérica. Años después se descubriría también la vinculación del cártel mexicano con la Camorra italiana.
Esa relación nunca se perdió, sólo se modificó. Los informes oficiales muestran que en el caso mexicano, ante la guerra de cárteles que se desató entre 2008 y 2012, y los embates de las autoridades, los contactos de los grupos se hicieron inestables y la desconfianza de la mafia italiana aumentó, por lo que envió a personas de su confianza que se instalaron, no sólo en México, sino en otros países como Brasil, Ecuador o Colombia. Se construyó un puente con la Ndrangheta, que tiene su base en la región de Calabria al sur de Italia, y la Camorra con orígenes en Nápoles.
Por ejemplo, los informes sostienen que las organizaciones criminales mexicanas les vendían droga y los italianos les prestaban servicios de lavado de dinero y hasta venta de armas. Algunos reportes plantean que actualmente la mafia italiana es responsable del trasiego de entre el 30 y 40% de la cocaína que llega a Europa, y que procede del continente americano. Eso explica las capturas en Argentina, Brasil o Centroamérica de líderes de la mafia italiana, instalados desde hace años en esos países.
En 2017, por ejemplo, en Ciudad Madero, Tamaulipas, fue capturado Giulio Perrone, líder de la Camorra, quien era uno de los más buscados por sus operaciones de drogas.
Entre 2015 y 2017 se registró la muerte o desaparición de al menos tres ciudadanos canadienses en la zona del Pacífico mexicano. Las investigaciones arrojaron que se trataba de miembros de la mafia de Montreal y que estaban en territorio mexicano negociando la compra-venta de drogas con el Cártel de Sinaloa.
En los últimos cinco años se han registrado cambios importantes en la composición del crimen organizado latinoamericano. Por una parte los cultivos de cocaína crecieron, se extendió la instalación de laboratorios para el procesamiento de drogas sintéticas, creció la venta de armas rusas, chinas y estadounidenses, se ampliaron los corredores para el tráfico y trata de personas, y América Latina se convirtió en un buen refugio para líderes mafiosos por la corrupción y oportunidades de negocio. Esto convirtió en un imán el continente y, especialmente a México, por su ubicación geoestratégica.
La presencia de mafias internacionales en la región latinoamericana, consideran las agencias estadounidenses, se debe comprender como un andamiaje mucho más amplio y de mayores intereses, con alto poder corruptor.
Antes de los asesinatos de los ciudadanos israelíes en Plaza Artz Pedregal, ocurrió uno menos aparatoso, pero igual de interesante. La noche del 3 de abril, en una pizzería ubicada en Río Pánuco, en Polanco, fue asesinado un hombre de 35 años de origen italiano. Un ataque directo, en medio de un gran número de comensales. Las investigaciones de las autoridades capitalinas confirmaron que se trataba de un líder de la mafia italiana a quien habían asesinado otros italianos. La persona muerta vivía en la zona desde hacía tiempo, tenía antecedentes penales y había recibido sus documentos migratorios con un alias.
En el caso de Plaza Artz, las autoridades rastrean las operaciones en casinos, lavado de dinero y venta de armas. Se revisa si es un caso aislado o no, si responde a una estructura mayor y su relación con el Cártel Jalisco Nueva Generación. Y también el mensaje que se envió al hacerlo de manera tan espectacular, por el horario y el lugar.
Pero además se investiga al Instituto Nacional de Migración y una red de corrupción que habría facilitado el ingreso, no sólo de los israelíes, sino de una serie de personajes de alto riesgo.