Los debates entre candidatos en una contienda electoral juegan un papel relevante en los modernos procesos electorales, y el caso de la actual elección presidencial de México no es la excepción.
El impacto de estos eventos se mide en tres aspectos concretos. 1. La percepción de quién es el ganador y quién es el perdedor. 2. Qué tanto ganan o pierden preferencias electorales los candidatos y 3. A quién le quitan votos los candidatos que ganan en preferencia.
En la presente colaboración responderé a estos tres aspectos, a partir de los datos de una encuesta telefónica nacional en 31 estados de la República, con una muestra de 800 entrevistas entre electores con credencial para votar, el trabajo de campo se realizó los días 23 y 24 de abril, y fue expresamente financiada por Indicadores SC y ejecentral.
1. La percepción de ganador y perdedor
El primer ámbito de análisis corresponde al impacto que tuvo el debate entre aquellos electores que siguieron el evento. En la encuesta telefónica de Indicadores SC y ejecentral señala lo que se ha dicho en otros ejercicios similares, Ricardo Anaya fue percibido como el ganador de este encuentro, con un 48% de las menciones; en segundo lugar, Andrés Manuel López Obrador con 25% y, en tercer lugar, a José Antonio Meade con un 13%.
En cuanto a la percepción de quién o quiénes fueron los perdedores, en primer lugar, los entrevistados mencionaron a López Obrador con 32% de las menciones; en segundo lugar, Margarita Zavala y Ricardo Anaya con 18% de las menciones respectivas.
2. ¿Qué tanto ganaron y perdieron en preferencias electorales?
En el caso de los debates percepción no necesariamente significa cambios en las preferencias electorales de quienes vieron ganar o perder a alguno de los contendientes. Uno de los impactos más comunes de los debates en las preferencias es el de confirmar la preferencias previas al debate, es decir, quienes apoyan a un candidato, pese a que lo vean perder, se mantienen e incluso se fortalecen, debido a que el contexto del debate probablemente promovió un tipo de interpretación más allá del desempeño de los participantes.
En la encuesta telefónica se preguntó la intención de voto actual de los entrevistados antes de indagar sobre el debate, con lo cual se evitó en la medida de lo posible sesgos relacionados con los asuntos del mismo. Una vez que se determinó quiénes habían visto el debate, se indagó cuál era su preferencia previa al encuentro entre los candidatos.
El primer elemento que se encontró es que Ricardo Anaya también ganó en la preferencia de los electores que vieron el debate, pasó de 24.7% a 28.5% de intención de voto, una ganancia de 3.8%.
El segundo elemento relevante que se identificó entre los electores que vieron el debate, es el crecimiento de Andrés Manuel López Obrador en las preferencias electorales, pese a que se le percibió como perdedor, ganó 2.8% más en las preferencias de los electores, pasó de 39.6% a 42.4%.
Un tercer impacto fue el crecimiento de Jaime Rodríguez El Bronco en las preferencias electorales, pasó de 0.5% a 3.8% de intención de voto entre los espectadores del debate, una ganancia de 3.3%.
›El gran perdedor en la preferencias de los espectadores del debate fue José Antonio Meade, pasó de 16.5% a 12.5% de intención de voto, una pérdida de 4.0%.
Otro impacto importante fue el de la disminución de aquellos electores que no manifiestan preferencias, pasaron de 14.4% a 8.5%, es decir, cerca de 6% de los electores que no tenían una preferencia se inclinaron hacia alguno de los contendientes.
Margarita Zavala conservó la misma preferencia de 4.3%, no ganó pero tampoco perdió.
3. ¿A quién le quitan votos?
Los ganancias y pérdidas de los candidatos en las preferencias no son operaciones de suma y resta directa, es decir no necesariamente lo que perdió un candidato se le suma al candidato que ganó en la preferencia, hay ciertos patrones de migración de votos que son más probables que otros, hoy ya no son tan claros esos patrones pues los partidos han perdido identidad.
Los 28.7 puntos que registró Anaya después del debate tienen como origen, en primer lugar, 17.3% de quienes previo al debate se inclinaban por él; en segundo lugar, 4.1% que ganó de aquellos que pensaban votar por López Obrador, pero después del debate se inclinaron hacia el panista; en tercer lugar, 2.9% de Meade; en cuarto término, 2.2% de Margarita y 2.2% de quienes no tenían alguna preferencia.
El 42.5% de López Obrador lo tiene, en primer lugar, de quienes ya simpatizaban con él antes del debate, 32.6%; en segundo lugar, de electores que simpatizaban con Anaya antes del evento, pero que cambiaron su preferencia, 4.6%. En tercer lugar, de los electores que no tenían alguna preferencia antes del evento, 4.1 por ciento.
Los datos del impacto del debate sobre las preferencias electorales señalan algunos puntos relevantes que seguramente definirán el rumbo de la elección en el futuro inmediato.
En primer lugar, que la migración de voto entre el PAN y el PRI tiene una sola dirección: del PRI hacia el PAN, tres de los cuatro puntos que perdió Meade migraron hacia Anaya, mientras que ningún simpatizante de Anaya cambió su preferencia hacia Meade
En segundo lugar, que hay un intercambio de votos entre López Obrador y Anaya, ambos se quitaron igual porcentaje en las preferencias, cuatro puntos porcentuales. Este intercambio en las preferencias entre el candidato panista y el morenista se da porque comparten el mismo tema: el cambio. Intercambio que muy probablemente se seguirá dando, dependiendo de las coyunturas y el desempeño de los candidatos.
Finalmente, que los ataques que ha recibido Anaya han fortalecido a López Obrador, y es probable que siga ocurriendo de esa forma.