Pocos episodios ha tenido la historia reciente tan aterradores como el genocidio en Ruanda en 1994, cuando en el lapso de unos cuantos meses una revuelta auspiciada y preparada desde el gobierno, que estaba en poder de grupo étnico hutu, terminó a machetazos con la vida de entre 500 mil y un millón de personas de la etnia tutsi.
Un estudio que se publicó en la revista especializada Epigenomics, encontró que el terror al genocidio que experimentaron las mujeres no sólo generó modificaciones químicas en su ADN, sino que pasaron a su descendencia.
El equipo de investigadores, del Centro de Biomedicina de Ruanda y de la Universidad de Florida, analizó los genomas completos de mujeres tutsis que estaban embarazadas y vivían en Ruanda en el momento del genocidio y de sus descendientes (en total fueron 59 personas) y compararon el ADN con el de mujeres tutsi embarazadas al mismo tiempo y sus hijos, que vivían en otras partes del mundo.
Brutalidad. La mayor parte de las víctimas fueron masacradas en sus propios hogares, alentando así el terror.
Las modificaciones que observaron fueron de tipo “epigenético”, lo cual significa que son cambios químicos que alteran levemente la composición de ADN sin modificar la información genética en sí. Se puede decir que no cambian la información sino su “expresión”, como si prendieran y apagaran los genes.
A diferencia de las mutaciones genéticas, que sí alteran los genes y se producen de forma azarosa, los cambios epigenéticos son una respuesta rápida y concreta a algún trauma. En el caso de las mujeres tutsis, las alteraciones se produjeron en genes relacionados con problemas de salud mental, como el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y la depresión.
Por estudios anteriores se sabe que lo que ocurre durante el embarazo puede tener impactos a largo plazo en quien en ese momento es un feto, y muchos síntomas de esos impactos aparecen hasta más tarde en la vida. Esta evidencia resalta la necesidad de mejorar los esfuerzos para proteger la seguridad y el bienestar emocional y psicológico de las mujeres embarazadas.
Los investigadores señalan que las personas que estaban en el útero durante el genocidio ahora están comenzando a tener sus propios hijos y esperan poder analizar si el trauma de 1994 tendrá o no impacto epigenético en la tercera generación.
Otra diferencia entre las mutaciones genéticas y las epigenéticas es que las segundas son modificaciones químicas estables, pero reversibles, por lo que cabe esperar que en la tercera generación, si no han desaparecido, al menos se hayan reducido.
800 mil tutsis murieron durante los ataques por parte de los hutus.