Juan tuvo la gran fortuna de que el tumor canceroso que le creció en la pleura estaba encapsulado, por lo que no sólo no hizo metástasis por todo el cuerpo sino que ni siquiera llegó al pulmón; además, la operación para quitarlo fue relativamente sencilla. Aún así, su cicatriz en medio del pecho medía más de 20 centímetros.
Por consejo de su cirujano, Juan prácticamente no tomó analgésicos después de la operación, un poco de paracetamol los primeros dos días y después nada. El dolor ayuda a la cicatrización, le dijo el cirujano, aunque también le ofreció que si no aguantaba le podía recetar varias cosas. Juan aguantó y a las dos semanas y media de la operación estaba subiéndose al Metrobús.
El caso de Jo Cameron fue muy distinto, pues después de dos cirugías mayores, una en la mano y otra en la cadera, no sentía dolor y su proceso de cicatrización fue bastante más rápido de lo normal. Intrigado, su médico tratante la canalizó con un equipo de investigación del University College London, el cual, después de seis años de investigación, identificó que Cameron tenía una peculiar mutación que afectaba, entre otras, la expresión del gen llamado FAAH o “gen de la felicidad”.
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Según el reporte de investigación publicado a finales de mayo en la revista Brain, la mutación que tiene Cameron no solo le permite (a ella y a quienes también la tengan) vivir sin dolor, también le ayuda a sanar más rápidamente las heridas y a experimentar menos ansiedad y miedo que quienes no la tenemos; aunque la mutación también conlleva algunos problemas de aprendizaje y memoria.
La mutación no se encuentra en el gen FAAH (cuyo nombre formal deriva de que tiene la información para elaborar la enzima amida hidrolasa de ácidos grasos), sino en una región adyacente en el cromosoma que antes se consideraba ADN basura y ahora se sabe que coordina la acción de FAAH, por lo cual recibe el nombre de FAAH-OUT.
FAAH, la enzima no su gen, se relaciona con el sistema cannabinoide endógeno y tiene efectos sobre una amplia gama de funciones fisiológicas, como las respuestas de ansiedad y estrés, la modulación del dolor, el aprendizaje y la memoria, la cicatrización de heridas y el desarrollo. La mutación de Cameron reduce la enzima FAAH por lo que implica una mayor presencia de anandamida y otros lípidos bioactivos, que normalmente son degradados por FAAH.
La investigación encontró que el gen FAAH-OUT además está relacionado con la activación de otros 797 genes y de 348 más que se inactivaron. Entre los activados están unos asociados con la cicatrización de heridas y otro gen que está involucrado con la regeneración ósea… Y posiblemente haya algunos relacionados con el nombre informal de FAAH.
El gen de la felicidad
Según un estudio publicado en enero de 2016 en el Journal of Happiness Studies, existe una variante del gen FAAH que se encuentra en mayores proporciones en las poblaciones que salen altas en los índices mundiales de felicidad, en particular en la World Values Survey de 2000-2004, 2005-2009, 2010-2014.
Por ejemplo, México, Colombia y otras naciones del norte de América Latina que se calificaron a sí mismas como “muy felices” tienen mayor prevalencia de la variante A del gen FAAH; mientras que países árabes, como Irak y Jordania, y del este asiático, como Hong Kong, China, Tailandia y Taiwán, cuyas poblaciones son menos propensas a calificarse a sí mismas como “muy felices” tienen una prevalencia más baja de esta variante de FAAH.
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La variante A del gen FAAH ayuda a prevenir la degradación química de la anandamida, una sustancia que potencia el placer sensorial y ayuda a reducir el dolor. Sin embargo, el estudio encontró, por supuesto, que la genética no es el único determinante de la felicidad.
Así, las dificultades económicas y políticas que experimentan continuamente las naciones de Europa del Este, como Rusia o Estonia, contribuyen a las muy bajas puntuaciones de felicidad de sus pobladores a pesar de tener una prevalencia bastante alta de la variante A.
Curiosamente, la riqueza económica, el tipo de leyes que rigen a las naciones o sus patrones de enfermedad no influyeron significativamente en las diferencias nacionales en la felicidad; en cambio, las diferencias climáticas están significativamente asociadas con las diferencias nacionales en la felicidad.
En resumen, “no hemos demostrado que la herencia genética y climática de una nación condene a un país en particular a un puntaje de felicidad específico, pero que aún puede subir y bajar debido a factores situacionales”, explica en un comentario editorial en el Journal of Happiness Studies Michael Bond, investigador de la Universidad Politécnica de Hong Kong y coautor de la investigación.
Epílogo de paso a pasito
Revelar los mecanismos de funcionamiento del sistema de percepción de dolor abre la puerta para desarrollar opciones terapéuticas basadas en terapias genéticas y de moléculas pequeñas que no consistan, como ha sido la tendencia hasta ahora, sólo en usar sustancias como la morfina, el fentanilo o moléculas similares que interactúen con el receptor de opioides.
La investigación en el caso de Jo Cameron es apenas un paso en el camino de la exploración del sistema de FAAH, que ya antes ha generado algunos fracasos al tratar generar analgésicos; sin embargo, “nuestros hallazgos validan la regulación FAAH-OUT de FAAH como una nueva ruta para desarrollar tratamientos para el dolor”, afirman los autores en el reporte.
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