El espaldarazo mexicano al peronismo

1 de Diciembre de 2024

El espaldarazo mexicano al peronismo

El vicecanciller Maximiliano Reyes llevó desde México un mensaje del presidente López Obrador para el candidato argentino del Frente de Todos

Desde su despacho de la calle México y Balcarce, Alberto Fernández ya está mirando hacia el norte. Es el candidato del Frente de Todos —que contiene entre otros al Partido Justicialista de preceptos peronistas— quien se perfila para ser presidente de Argentina para los próximos cuatro años, pues en la elección primaria, abierta, simultánea y obligatoria (PASO) del 11 de agosto pasado, se puso arriba del actual mandatario, Mauricio Macri, con 15 puntos, posiblemente insuperables.

Fernández dio un paso adelante en política exterior. El sábado pasado por la mañana recibió en su búnker del barrio San Telmo a Maximiliano Reyes, vicecanciller mexicano para asuntos latinoamericanos, quien le entregó un mensaje de Andrés Manuel López Obrador. La versión oficial de ese mensaje recae en que el gobierno de México quiere lanzar con Argentina “un vínculo maduro que incluya una visión común sobre el futuro de la región”. Y cabe una anotación, este viaje no incluyó una visita al aspirante Macri ni a miembros de su casi fenecido gobierno.

Ubicación. La calle Balcarce es una calle ubicada en el lado histórico de la ciudad de Buenos Aires.

Los asuntos exteriores han sido marginales en la campaña argentina. Venezuela ha sido el centro de la controversia. Macri es un incansable promotor de la condena al presidente venezolano Nicolás Maduro y de las acciones del Grupo de Lima en la Organización de Estados Americanos (OEA), respecto del cual México puso distancia en febrero pasado, aliándose con Uruguay y atrayendo la simpatía de Fernández.

La temática preelectoral ha estado dominada por la devaluación del peso, la inflación anual de 54% para 2019 y los compromisos con el Fondo Monetario Internacional (FMI): una cartera abierta por 56 mil millones de dólares, la mayor parte ya girada al gobierno de Macri.

El Presidente aplicó una política de ajuste al gasto público para revertir el déficit fiscal, en parte provocada por gigantescas burocracias (y menor empleo en el sector privado), lo que atrajo la antipatía de muchos sectores.

El aumento de la pobreza a más de un tercio de la población es el blanco predilecto de la oposición, aunque en el fondo se discuten dos proyectos económicos: la inserción de Argentina en las corrientes internacionales del capital (honrando sus deudas) o el enclaustramiento económico (y una incógnita enorme sobre el débito externo).

Campaña alterna. Seguidores del candidato presidencial Mauricio Macri dirigen mensajes políticos liberales, alusivos a la figura del todavía mandatario con el apodo de Gato, sinónimo de galante.

Las posiciones están en choque permanente. Hablando de algo que cualquier argentino comenta en charlas de café, un conocido político de Córdoba, Luis Juez, hizo notar la semana pasada en televisión que el calor de la discusión general ha destrozado viejas amistades en todo el país.

El diagnóstico de la crisis que convence a los simpatizantes de Fernández lo tiene desde el ala izquierda el editor de Economía del periódico Página12, quien en el último mes ha divulgado su libro Macrisis. El subtítulo resume: “Otro fracaso del neoliberalismo en Argentina”. Esto significa para Alfredo Zaiat la continuidad de políticas económicas aplicadas desde 1976 por un Presidente aliado de los golpistas antiperonistas que habían depuesto a Isabel Martínez, viuda de Perón, y que desembocaron, entre otras, en la “crisis del corralito”, es decir, una suspensión de operaciones bancarias ocurrida en 2001.

›A la elección presidencial llegan seis candidatos, entre ellos uno representa a la disidencia peronista que quiere otra forma de llevar las finanzas del Estado, otro tiene un discurso liberal antisistema, y uno más suena a activista de izquierda y vanguardias políticas.

En este contexto, Fernández se alzó con 47% de los votos en las elecciones primarias que funcionan como una encuesta organizada por el Estado, según lo sintetiza el analista político Luis A. Fernández. Macri obtuvo el segundo mejor puntaje y ahora no le queda más que provocar la segunda vuelta o ballottage, en noviembre.

Opositor. El peronista Alberto Fernández durante el debate del 20 de octubre, en Buenos Aires.

En los últimos días ha subrayado la crítica a prácticas oscuras como la corrupción —el caso más escandaloso involucró a unas monjas que guardaron dinero de un prominente kirchnerista—, el enriquecimiento de líderes sindicales, la suspensión por años de la estadística sobre inflación, los asesinatos dolosos y el tráfico de drogas.

Formado como ingeniero civil, hijo de un empresario del sector inmobiliario, Macri hizo carrera política como alcalde del núcleo central urbano de Buenos Aires, la sede del poder federal y un área de alto poder adquisitivo.

La nueva situación económica puso de rodillas a un presidente que también ha causado decepciones, porque su tránsito del sector privado hacia la política no significó el fin de las crisis recurrentes.

“El problema de fondo es que el conservadurismo argentino, que existe, no tuvo en Macri una expresión lúcida de sus necesidades”, dice en una entrevista Julio Bárbaro, político peronista alejado del gobierno de Cristina Fernández y quien votó por Macri cuatro años atrás.

“La posición de México y Uruguay en el tema Venezuela es la posición correcta para afrontar un problema. Argentina debe ser parte de los países que quieren ayudar a los venezolanos”. Alberto Fernández, candidato a la presidencia de Argentina

El peronismo ha devenido con los años en una doctrina política que tiene un ala izquierda y una derecha, siempre marcado por un fuerte liderazgo del que emana una corriente subordinada, como el kirchnerismo. Nació en los años 40 como una convocatoria a la alianza de clases en favor de la producción nacional, en una fórmula de colaboración con centrales sindicales. El menemismo le dio un giro económico, privilegiando intereses privados empresariales y el kirchnerismo lo reconvirtió en una dupla, con Néstor y Cristina.

Flota en el ambiente político la duda sobre cuál será el papel metalegal de Cristina Fernández en la próxima administración, en caso de que retorne el peronismo. La expresidenta acompañó el proselitismo con la presentación pública de un libro de su autoría, titulado Sinceramente, una autovaloración de su experiencia política. Ha logrado reunir a cinco mil o más personas y su libro se vende por todas partes, confirmando el respaldo personal que tiene en todo el país, lo que no es de menospreciar para alguien que tiene media docena de casos fincados en tribunales, estancados por años. Alberto, jefe de gabinete de Néstor y Cristina, parece estar a punto de llegar a la Casa Rosada y ya hasta tiene un plan para viajar al norte y entrevistarse personalmente con el presidente López Obrador antes de tomar posesión el 10 de diciembre. Por si sirve de algo, el espaldarazo en la calle México ya está dado.