Las medidas de distanciamiento social, como evitar reuniones de todo tipo o el uso de mascarillas para salir a la calle, se volvieron parte del día a día de millones de personas quienes, tras 15 meses de pandemia se acostumbraron a estas reglas al grado de sentir inseguridad cuando estas fallan o se olvidan.
Con el avance de la vacunación en algunos países, estas medidas han comenzado a relajarse mientras la normalidad prepandémica vuelve a cuentagotas.
Sin embargo, para algunas personas, volver a la normalidad representa una fuente de estrés aún mayor que acostumbrarse a las primeras reglas de distanciamiento y aislamiento social.
Una encuesta de la Asociación Americana de Psicología (APA) demostró que el 53% de los adultos en Estados Unidos no se sentían cómodos ante la posibilidad de volver a interactuar socialmente sin importar el estado de la vacunación general, lo que podría ser un gran reto de camino a la antigua normalidad.
Estudios recientes señalan que la falta de interacción social crea patrones cerebrales similares a los que se activan cuando una persona es privada de alimento o sueño, lo que se traduce en ansiedad y depresión. Sin embargo, una sobreexposición a este tipo de eventos puede ocasionar los mismos resultados e incluso amplificarlos.
Kareem Clark, neurocientífico asociado al Foro Económico Mundial, señala que la clave está en la homeostasis social, que es la necesidad humana de organizarse en comunidades y redes de apoyo para la supervivencia, e incluso en la capacidad del cerebro para adaptarse a nuevas realidades o normativas que se presenten de forma frecuente.
Nuevo reto. Una vez superada la amenaza de la Covid, muchas personas podrían experimentar episodios de ansiedad
Otros expertos han presentado datos sobre la reconexión nerviosa que el cerebro debe hacer para adaptarse a una nueva serie de medidas sociales que son totalmente opuestas a las que ya formaban parte de su rutina, y aunque en un principio esto puede generar mayor estrés, es el único camino para revertir los patrones de ansiedad provocados por el aislamiento.
Mediar con la ansiedad provocada por un mundo sin mascarillas o distanciamiento y la soledad del aislamiento representa un reto de salud mental pública que podría desarrollar otro tipo de trastornos derivados de la pandemia y sus efectos posteriores.