Como nunca antes en la historia de Sinaloa y a través de una operación muy bien diseñada para generar caos y pánico, más de 100 civiles armados identificados con el Cártel de Joaquín “El Chapo” Guzmán tomaron el control de la ciudad de Culiacán, pasadas las dos de la tarde y hasta la noche de este jueves.
Unos 25 hombres que portaban rifles de asalto, granadas y Barret, ya estaban en la capital de Sinaloa y formaban parte de círculo de seguridad de al menos uno de los hijos del líder del Cártel de Sinaloa. En menos de una hora contaban ya con refuerzos que llegaron, principalmente de municipios al sur del estado, y que colocaron retenes en los ingresos a Culiacán, y retuvieron a los primeros militares a quienes despojaron de sus armas y dos Pick Ups.
Se traba de un ejército irregular, con un mando, bien artillado, y con radios de intercomunicación que intervinieron la frecuencia del Ejército para enviar sus advertencias.
Para conseguir la liberación de Ovidio Guzmán Pérez, hijo de “El Chapo”, un primer grupo de sicarios se apostaron a las afueras de la casa donde fue detenido, de manera fortuita, por elementos del Ejército y de la Guardia Nacional.
El resto de los civiles armados siguieron órdenes precisas y se desplazaron en todo tipo de autos a puntos estratégicos: fiscalía del estado, seguridad pública estatal y municipal, al penal Aguarato donde liberaron a alrededor de 50 reos y las instalaciones militares. En todos los casos dispararon sus armas de forma intermitente paralizando a los elementos.
Se trasladaron también a las zonas habitacionales de los militares, y lanzaron por chats amagos de que asesinarían a familias de soldados. A su paso por la ciudad no importó que las balaceras se suscitaran en lugares concurridos por familias y jóvenes. Hasta el cierre de esta edición no se dio información oficial de cuántos civiles resultaron heridos o muertos; tampoco sobre cuántos militares mantuvieron retenidos los sicarios, ni por cuántas horas.
Otra operación pusieron en marcha en paralelo, la difusión de mensajes de audio y video en redes sociales y chats, para incrementar la confusión y el pánico, porque en ellas mostraban sus armas, sus movimientos y los ataques que cometieron contra militares. En suma, mostraban la superioridad en número, armas y logística. Algo que se confirmaba con los videos e imágenes de ciudadanos con miedo, tirados al piso, resguardándose en familia y periodistas que reportaban las balaceras e incendios, en diferentes puntos de Culiacán.
Un dato adicional se difundió alrededor de las cinco de la tarde: podían desplazar centenares más de sicarios que esperaban órdenes en la sierra y tenían más armas disponibles.
Durante más de tres horas ninguna autoridad municipal, estatal o federal logró articular ante medios de comunicación o a través de redes sociales un mensaje para la ciudadanía sobre lo que ocurría, ni siquiera de prevención y protección.
Las familias se comunicaron a través de chats para ponerse a salvo. Algunas debieron resistir de dos a cuatro horas para poder salir a las calles y resguardarse en sus casas, o con amigos y familiares. Las escuelas, las oficinas públicas federales, estatales y municipales, juntos con un buen número de comercios anunciaron que este viernes permanecerían cerrados ante la ausencia de garantías de seguridad.
Hasta las 20:20 horas los encargados de la seguridad del país aparecieron en un video para informar que estaban ya en Culiacán, pero ofrecieron pocos detalles de lo ocurrido, salvo la confirmación de que sí había sido detenido Ovidio Guzmán. La vaguedad de sus palabras dejó abierta la posibilidad de que hubieran dejado libre al hijo del Chapo, tras reconocer la superioridad operativa del ejército del cártel de Sinaloa.
“Con el propósito de salvaguardar el bien superior de la integridad y tranquilidad de la sociedad culiacanense, los funcionarios del Gabinete de Seguridad acordamos suspender dichas acciones”, soltó el secretario de seguridad Alfonso Durazo, quien alrededor de las 22:30 horas confirmaría a Reuters que habían dejado libre a quien Estados Unidos identifica como uno de los líderes del Cártel de Sinaloa.
Así, por primera vez en la historia, el crimen organizado doblegaba al Estado y esto fue reconocido por el propio Gabinete de Seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Aunque alrededor de las 21:30 horas el gobierno de Sinaloa sostuvo que ya la ciudad estaba en calma, sólo se reportaban algunos disparos aislados. Pero las redes sociales mostraban que si bien eran menores, aún había incendios y balaceras continuaban.
Quien confirmaría mucho antes de Durazo la liberación del vástago de Guzmán Loera con un “gracias a Dios apareció” fue uno de los abogados del capo. José Luis González Meza reveló en una entrevista a Milenio a las 22:21 horas que después de una desaparición de poco más de nueve horas, “está con vida”. Los detalles de lo sucedido se los guardó.
Hasta el cierre de esta edición las autoridades estatales y federales no reportaron cuántas personas murieron o resultaron heridas.
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