El cambio climático provocó tres pandemias históricas
A cada fase de cambio climático entre el 200 aC y el 600 dC le siguió un brote pandémico, concluye un estudio reciente
Una investigación sobre el clima de la antigüedad encontró que en al menos tres grandes cambios climáticos se relacionan con el surgimiento de otros tanto episodios importantes de pandemias: la peste antonina, que ocurrió alrededor de los años 165 al 180; la peste de Chipre, del 251 al 266, aproximadamente, y la peste de Justiniano de alrededor del 540.
El reporte de la investigación, publicado esta semana en la revista Science Advances, detalla que se hizo una reconstrucción, con una resolución de tres años, de las temperaturas y las precipitaciones para el período comprendido entre el 200 antes de Cristo y el 600 después de Cristo, o entre el llamado Óptimo Climático Romano hasta la Pequeña Edad del Hielo de la Antigüedad tardía.
“Siempre hubo un paralelo: A una fase de cambio climático le siguió un brote pandémico”.
Karin Zonneveld, Universidad de Bremen y primer autor del reporte.
Así, la peste antonina se produjo durante una ola de frío que siguió a varias décadas de enfriamiento y sequía; la plaga de Chipre coincidió con una segunda fase de severo enfriamiento, y la plaga de Justiniano fue posterior a un enfriamiento extremo en el siglo VI.
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Conocer el clima del pasado
Para reconstruir patrones pasados de temperatura y precipitación, Zonneveld y sus colegas utilizaron unos organismos unicelulares llamados dinoflagelados, los cuales viven en la parte superior del océano iluminada por el sol. Algunas especies de dinoflagelados se recubren con una especie de armadura formada por placas de celulosa, y cuando mueren las tecas se depositan como fósiles en el fondo del océano.
“Si las condiciones en las aguas superiores cambian, también cambia la composición de las especies de tecas que se acumulan en el fondo marino”, explica Zonneveld en una publicación de la Universidad de Bremen, lo que permite llevar un registro de las condiciones ambientales.
El equipo de investigación tomó muestras del fondo marino del golfo de Tarento, donde además se han ido depositando las cenizas de las erupciones volcánicas ocurridas en el sur de Italia, como las del Vesubio y con los volcanes de la isla de Lipari. El análisis de las partículas de vidrio de las cenizas les permitió ir poniendo fecha a los sedimentos.
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