El autismo afecta distinto a cerebros de niños y niñas
Un estudio reciente distinguió el sexo de pacientes con Trastornos del Espectro Autista a partir de escaneos cerebrales; esta es una muy buena noticia, en especial para las niñas, que en el futuro podrían ser diagnosticadas oportunamente
Sí existen diferencias estructurales entre los cerebros de hombres y mujeres; sin embargo, la relación entre estas diferencias y las que supuestamente existen entre las aptitudes y conductas de ambos sexos han dado lugar a algunos de los mitos sobre el cerebro sesgados y dañinos al mantener estereotipos.
Que si el cerebro de las mujeres es más balanceado porque usan ambos hemisferios, mientras que los hombres sólo usan uno; que si están conectados de formas diferentes; que si las neuronas espejo de ellas son hiperreactivas y por eso entienden mejor las emociones de otras personas…
En general estas ideas tienen una base de investigación muy pobre, si es que tienen alguna; por ejemplo, las neuronas espejo, que supuestamente dan empatía y “nos hacen humanos” hasta ahora sólo se han detectado en chimpancés.
Eso no quiere decir que no se deba investigar sobre las diferencias cerebrales, y en particular hay algunas que pueden resultar especialmente útiles e importantes. Una de ellas acaba de dar sus primeros y prometedores resultados.
Hace tres años, en este mismo espacio, escribimos sobre cómo los Trastornos del Espectro Autista (TEA) afectan de forma diferente a niños y niñas; los primeros no solo se ven más afectados en cantidad, pues parece haber cuatro casos masculinos por cada caso femenino, sino en calidad, ya que las niñas suelen padecer esta condición en forma más leve, al grado que incluso pueden pasar desapercibidas hasta que llegan a la edad adulta.
El pasado 15 de febrero se publicó en The British Journal of Psychiatry un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, que encontró que el autismo produce cambios detectables en la organización cerebral y que estos cambios son significativamente distintos en el cerebro de los niños y las niñas.
Una condición esquiva
En la primera descripción del autismo, publicada en 1943 por el psiquiatra estadounidense Leo Kanner, parecía que esta condición era exclusiva de los niños, que mostraban dificultades sociales y de comunicación, comportamientos repetitivos e intereses restringidos.
Ahora se sabe que hay toda una gama, que incluye lo que desde antes se conoce como síndrome de Asperger, pero también a personas que pueden tener en cierta medida algunas de las características sin que por ello deban ser diagnosticados con un TEA.
También se sabe que existe un importante sesgo en la investigación y en la práctica clínica de los TEA, porque resulta más difícil diagnosticar a las niñas que a los niños, por lo que estos últimos reciben la mayor parte de la atención y esta es de mejor calidad.
Esto es grave para las niñas que no son diagnosticadas, pues los tratamientos para el autismo, cuyos síntomas se empiezan a desarrollar alrededor de los tres años de edad, funcionan mejor durante la época preescolar, cuando los centros cerebrales relacionados con el lenguaje y la actividad motora se están desarrollando.
“Si los tratamientos se pueden hacer en el momento adecuado, hace una gran, gran diferencia”, dice Lawrence Fung, quien no participó en el estudio pero trata a personas con autismo en el centro Stanford Children’s Health, y señala que las personas con TEA que reciben una intervención temprana del lenguaje tienen más posibilidades de desarrollar esta capacidad al parejo que sus compañeros “y no tendrán que ponerse al día a medida que crecen”.
En cambio, si el autismo no se trata, con la edad conduce al aislamiento, la confusión, la ansiedad y la depresión, algo que suele suceder a las mujeres adultas con autismo.
Las diferencias y su importancia
El estudio analizó escáneres cerebrales de resonancia magnética funcional de 637 niños y 136 niñas con autismo que se encontraban en bases de datos públicas generadas en centros de investigación de todo el mundo.
Además de desarrollar un método estadístico para comparar de manera confiable conjuntos de datos complejos, como escaneos cerebrales, de grupos que no son del mismo tamaño, los los investigadores hicieron un algoritmo que logró distinguir entre los cerebros de niños y niñas con TEA con un 86% de precisión; en cambio, no pudo distinguir el sexo en 976 escaneos de cerebros sin TEA.
Las diferencias entre los sexos se encontraron en los patrones de conectividad en varios centros del cerebro relacionados con los sistemas motor, del lenguaje y de atención visuoespacial; las más notables y significativas estuvieron en las áreas motoras.
“Es posible que necesitemos pruebas diferentes para las mujeres en comparación con los hombres. Los algoritmos de inteligencia artificial que desarrollamos pueden ayudar a mejorar el diagnóstico de autismo en las niñas”, dijo Supekar. A nivel de tratamiento, las intervenciones para niñas podrían iniciarse antes, agregó.
Epílogo de mitos absurdos
En torno al autismo también hay una multitud de mitos absurdos y peligrosos: que si se debe a la falta de neuronas espejo y, por tanto, quienes tiene algún TEA son incapaces de sentir empatía y no son sociables; que si hay una epidemia creciente de autismo, y, el más peligroso, que si la vacuna triple, y hora ya casi cualquier vacuna, causa esta condición.
De todos ellos, sólo la epidemia creciente tiene algo de base científica pues ciertas formas de contaminación sí se relacionan con un aumento en los casos de TEA; aunque, en general, lo que sucede es que se hacen mejores diagnósticos.
Desde 2006, el neurocientífico Larry Cahill escribió que además del valor intrínseco de aumentar el entendimiento del cerebro, conocer las diferencias cerebrales relacionadas al sexo podría dar una muy necesaria luz en condiciones como el autismo o la depresión, ya que esta última afecta considerablemente más a las mujeres que a los hombres. La primera ya se está cumpliendo, esperemos que no tarde mucho la segunda.