Los generales y almirantes, vistieron de gala. Toda la plana mayor del Ejército, incluso los generales en retiro estuvieron listos desde temprano, esperando. Luego, los más importantes empresarios del sector aeronáutico y de telecomunicaciones, comenzaron a ocupar sus sillas. A ellos se sumaron embajadores, agregados militares, gobernadores de casi todo el país, legisladores y representantes sociales. Así comenzó la fiesta.
“¡Es un honor estar con Obrador! ¡Sí se pudo, sí se pudo!” retumbaron en los pasillos y entradas; también los cantos de los 20 coros de jóvenes de todo el país, y los himnos. Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador, con todo su gabinete legal y ampliado, no paraba de sonreír, sin necesidad de pronunciar algún discurso, todo el tiempo fue arropado, por las palabras y los aplausos.
De principio a fin, desde que comenzaron a llegar los invitados, y los guiaron en diferentes recorridos, hasta la comida, toda la ceremonia inaugural del Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” (AIFA) duró siete horas. Desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde.
No importó que falten detalles a la estructura ni que las rutas de acceso y movilidad están sin terminar, era el gran festejo del año del mandatario, el primero de sus megaproyectos inaugurados, y la gran evidencia de esta estrecha convivencia con el Ejército, quien quiso mostrarse unido, y nadie fue excluido, ni siquiera al general Salvador Cienfuegos, quien portó el uniforme y las estrellas como sus compañeros, sin culpas ni pasado, vitorearon el proyecto a cargo de ingenieros militares.
El presidente López Obrador estuvo al centro del presídium, y a sus costados, el presidente de la Cámaras de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, con quien intercambió varios comentarios; también la presidenta del Senado, Olga Sánchez Cordero, con quien el mandatario no fue tan fraterno como de costumbre.
A unos metros, el presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, de los pocos que portaban cubrebocas; los secretarios de la Defensa y Marina, Luis Cresencio Sandoval González y José Rafael Ojeda Durán, respectivamente, seguían en la línea de sillas y un poco más separados fueron colocados los gobernadores del Estado de México e Hidalgo, Alfredo del Mazo y Omar Fayad, así como la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Dos horas de discursos, y todos, a su modo, glorificaron la obra.
En medio de pancartas y mensajes de apoyo a 21 días de que se lleve a cabo la consulta de Revocación de Mandato, para la mayoría de quienes integraron “la línea de honor” a lado del mandatario el uso de cubrebocas no fue esencial, tampoco lo fue la vendimia que lo mismo incluyó las tradicionales tlayudas, así como cuadros, camisetas, gorras, llaveros y demás artículos alusivos al presidente y la “cuarta transformación”.
Algo poco usual es que tres generales del Ejército, pronunciaran un discurso, que ocupó más tiempo que el de los gobernadores. El titular de la Defensa, e Isidoro Pastor Román, vestían de gala, sólo el general Gustavo Ricardo Vallejo Suárez, portaba su traje de faena con el que tanto ha sido retratado, pero en el caso de los dos últimos que han mostrado sus diferencias, como lo dio a conocer en su columna Raymundo Riva Palacio, al menos parece que debieron moderarlas y el general Pastor, ahora director general Aeropuerto de Santa Lucía, reconoció el trabajo de su compañero, “por la dedicación y profesionalidad extraordinaria” en la obra.
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