Recientemente, diversos organismos internacionales han señalado que el panorama económico mundial se ha deteriorado para este y el próximo año. Los principales factores son la guerra entre Rusia y Ucrania, las severas medidas de restricción a la movilidad por el brote de covid-19 en China y la normalización de la política monetaria de los principales bancos centrales.
En particular, el Banco Mundial recortó su proyección para el crecimiento mundial de 4.1% a 2.9% respecto al reporte publicado en enero. Se prevé que el de las economías avanzadas se desacelere considerablemente, del 5.1% registrado en 2021 al 2.6% en 2022, lo que implica un crecimiento esperado por debajo de las proyecciones de enero en 1.2 puntos porcentuales. Para el próximo año, el banco estima que el crecimiento se modere aún más, a 2.2%, debido a una política menos expansiva en materia fiscal y monetaria.
Por otra parte, para las economías de mercados emergentes y en desarrollo, el organismo también estima una importante pérdida de dinamismo. Prevé que registren un avance de sólo 3.4% en 2022, desde el 6.6% de 2021, con lo que se ubicaría muy por debajo del promedio de 4.8% mostrado entre 2011 y 2019. Esto luego de que las previsiones de casi el 70 % de los países que forman parte de esta categoría presentarían un crecimiento menor. El principal riesgo a la baja para esta proyección tiene que ver con una posible reducción de la demanda de materias primas por parte de las economías avanzadas y los efectos secundarios negativos de la guerra, dado el repunte de los precios de la energía.
Además de estas fuertes revisiones, llamó la atención declaraciones del presidente del Banco Mundial, David Malpass, quien advirtió que “la guerra en Ucrania, los bloqueos en China, las interrupciones en la cadena de suministro y el riesgo de estanflación están afectando el crecimiento. Para muchos países, la recesión será difícil de evitar”.
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) destaca que la invasión a Ucrania, los cierres en las principales ciudades y puertos de China debido a la política de ‘cero covid’, ha generado un escenario adverso. La organización prevé que el crecimiento del PIB mundial se desacelere bruscamente este año hasta el 3.0%, lo que implica una disminución de 1.5 puntos porcentuales respecto a lo proyectado en diciembre del año pasado. Para 2023, estima un avance económico mundial de 2.8%.
La OCDE coincide en que un factor de riesgo para el crecimiento del PIB mundial tiene que ver con los efectos de una profunda recesión en Rusia y Ucrania, especialmente en Europa, donde se incorpora un embargo a las importaciones de carbón y petróleo transportado por mar de Rusia a Europa en las proyecciones para 2023. Por su parte, para las economías emergentes, destaca los riesgos de escasez de alimentos, dada la dependencia de las exportaciones agrícolas de Rusia y Ucrania.
Claramente, las condiciones para que se presente un crecimiento vigoroso tras la crisis provocada por la pandemia se han tornado más adversas, lo que propiciará que a algunas economías les tome más tiempo regresar al estado que tenían antes de ella. México no está exento de esta realidad, por lo que la probabilidad de alcanzar una recuperación total este año se ha reducido considerablemente. Al cuarto trimestre de 2021, la economía aún guardaba una diferencia de 2.1% respecto a los niveles pre-pandemia y una de 3.0% en comparación con el máximo alcanzado el tercer trimestre de 2018.
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