La ofensiva de Israel en Gaza se pelea en todo el mundo. Y uno de estos lugares son las universidades de Estados Unidos, en los que estudiantes, familias y antiguos alumnos judíos exigen que se combata el antisemitismo.
Tan solo este fin de semana, Elizabeth Magill, presidenta de la Universidad de Pensilvania, presentó voluntariamente su renuncia, después de lo que la comunidad judía y algunos funcionarios estadounidenses consideraron respuestas aparentemente evasivas cuando se les preguntó si los estudiantes que llaman al “genocidio de judíos” en sus recintos violan los códigos de conducta estudiantil.
Pero ahora los ojos están puestos sobre Claudine Gay, presidenta de Harvard y Sally Kornbluth, del Massachusetts Institute of Technology (MIT). El motivo es el mismo; sus posicionamientos en una audiencia en el Congreso de Estados Unidos, en la que evitaron condenar los llamados al “genocidio del pueblo judío”.
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Las declaraciones se dieron en el marco de una audiencia en el Congreso sobre el aumento del antisemitismo en los campus de Estados Unidos, llevada a cabo la semana pasada. En las últimas semanas, el aumento de crímenes de odio tanto a judíos como a musulmanes se ha convertido en una de las preocupaciones del gobierno estadounidense, y de forma específica, se considera que en algunas ocasiones, la libertad de expresión conlleva una amenaza a las comunidades de estas religiones.
Y aunque las tres señaladas se han amparado en la libertad de expresión para reservarse sus comentarios, no ha sido suficiente. Hasta antes de la renuncia de Magill, 74 legisladores estadounidenses escribieron cartas exigiendo su dimisión, junto al cese de Gay y Kornbluth.
Una menos. Faltan dos. Este es sólo el comienzo para abordar la omnipresente podredumbre del antisemitismo que ha destruido las instituciones de educación superior más “prestigiosas” de Estados Unidos. Esta dimisión forzada de la presidenta de la Universidad de Pensilvania es lo mínimo que se necesita”, escribió Elise Stefanik, representante republicana de Nueva York.
En respuesta, al menos 570 profesores de la Universidad de Harvard firmaron una misiva de apoyo a las afectadas, y pidieron a los administradores de su escuela que no cedan a la presión política. La carta no fue bien recibida por los republicanos del Congreso, que han abierto una investigación sobre las tres instituciones, lo que podría disminuir las donaciones que reciben dichos campus.
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