La mayor parte de los artículos de prensa que tienen títulos similares al de este se basan, en el mejor de los casos, en investigaciones hechas en países occidentales, desarrollados y con poblaciones mayoritariamente caucásicas; en el peor, se basan en investigaciones mal hechas aunque con las mismas características.
Así, por ejemplo, la dieta mediterránea, que en un tiempo fue muy famosa por estar asociada a la buena salud cardiovascular, incluye tales cantidades de aceite de oliva que a personas de otras regiones del mundo les es imposible digerirlas.
Sin embargo, hoy en el European Heart Journal se publica un estudio que recopila información sobre dietas y salud cardiovascular de 245 mil personas de 80 países, procurando que estuvieran representados equitativamente países de bajos, medianos y altos ingresos.
“Los puntajes de dieta anteriores, incluida la dieta planetaria EAT-Lancet y la dieta mediterránea, probaron la relación de la dieta con las enfermedades cardiovasculares y la muerte principalmente en los países occidentales”, dijo Salim Yusuf, autor principal del estudio, en un comunicado.
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Además, la comparación del estudio global epidemiológico prospectivo urbano y rural (PURE, por su sigla en inglés) se hizo entre dietas que en principio fueran sanas, es decir, que no tuvieran cosas como alimentos ultraprocesados.
Entre las conclusiones del estudio, hay algunas predecibles, como los primeros cinco alimentos esenciales de una dieta sana: frutas, verduras, legumbres, nueces y pescado, pero el sexto alimento contradice lo que hasta ahora se suele decir, pues se trata de productos lácteos enteros o sin desengrasar.
Otra de las conclusiones que contradice el canon actual es que el consumo de granos integrales es intrascendente para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluidos ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, también lo es el consumo moderado (no más de una porción al día) de carnes sin procesar, ya sean rojas o de pollo.
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