Presidente de Perú, destituido y en custodia
Por octava ocasión en siete años, el país se ha quedado sin mandatario de manera abrupta. En este caso, Castillo fue destituido por “incapacidad moral”, y en su defensa, Andrés Manuel López Obrador acusó a las “elites” peruanas
Lo que empezó como un intento del presidente peruano Pedro Castillo de disolver el órgano legislativo de su país e implementar un gobierno excepcional con miras a formar un nuevo Congreso, terminó con su destitución a manos del cuerpo legislativo que pretendía eliminar.
Horas antes de que el Congreso debatiera su tercer intento para sacarlo del poder en 16 meses, Castillo anunció que era blanco de “un ataque sin cuartel” por parte del parlamento y anunció su disolución, un toque de queda y dijo que gobernaría por decreto. Sin embargo, las fuerzas armadas y la policía no lo apoyaron, el Congreso ignoró su decisión y procedió a destituirlo.
Perspectiva en México
Al respecto, el gobierno mexicano fue el único que abogó por el mandatario peruano, ya que mientras otros líderes hicieron llamados al diálogo y a favor de la democracia, el presidente Andres Manuel López Obrador culpó a las “élites” de Perú de haber propiciado la caída del mandatario izquierdista.
“Consideramos lamentable que por intereses de las élites económicas y políticas desde el comienzo de la presidencia legítima de Pedro Castillo, se haya mantenido un ambiente de confrontación y hostilidad en su contra hasta llevarlo a tomar decisiones que le han servido a sus adversarios para consumar su destitución”, publicó el mandatario mexicano en su cuenta de Twitter.
Esta no es la primera vez que el tabasqueño ha expresado su apoyo a Castillo; ya casi desde el inicio de su gestión en Perú —hace poco más de un año—, López Obrador le ha mostrado sus simpatías y ha señalado racismo por parte de otros políticos peruanos, a los que también ha tachado de “conservadores”.
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Al apoyo del Presidente de México se sumó el del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien en una entrevista para Radio Fórmula, aseguró que nuestro país podría ofrecerse a dar asilo a Castillo. “Si Pedro Castillo pide asilo a México, se lo damos, pero no lo ha solicitado” fueron sus palabras. “Nosotros tenemos una política favorable de asilo, yo no creo que nos negaríamos. Vaya, si él lo pide lo consideramos en sentido positivo, no creo que, no debiéramos oponernos”, puntualizó.
Momentos después de dicha entrevista, cientos de ciudadanos peruanos bloquearon la embajada de México en su país, con el objetivo de impedir que el recién depuesto Presidente abandonara el territorio y se dirigiera a suelo mexicano.
Un acto similar se realizó en la representación diplomática de Perú en México, donde un grupo de no más de 50 manifestantes protestó en contra del expresidente Castillo.
Huida fallida
Según reportes del diario peruano El Comercio, Pedro Castillo si consideró viajar a México para ponerse a resguardo, y fue el personal de Seguridad del Estado quien decidió detenerlo y llevarlo a la Prefectura de Lima.
A través de una llamada telefónica con Raúl Alfaro, comandante general de la Policía Nacional de Perú (PNP), que la noticia de sus intenciones comenzó a esparcirse entre los distintos cuerpos de seguridad, y citando fuentes exclusivas, El Comercio detalló que fue en trayecto hacia la embajada mexicana que el chofer del ahora expresidente recibió la orden de conducirlo a donde ya se encontraban policías listos para ponerlo bajo arresto.
“Tenían conocimiento de que había sacado de Palacio a su familia y todo apuntaba de que lo que se buscaba era el asilo o fugarse del país”, publicó el medio peruano.
Consecuencias
Tras la intentona de Pedro Castillo de disolver el Congreso, varios ministros y funcionarios de organismos internacionales anunciaron sus respectivas dimisiones.
Entre los nombres de quienes renunciaron se encuentra el de la vicepresidenta Dina Boluarte, pero también César Landa, secretario de Relaciones Exteriores; Alejandro Salas, encargado de la Secretaría del Trabajo, Kurt Burneo, secretario de Economía; Silvana Robles, encargada de Cultura; Félix Chero, secretario de Justicia y Derechos Humanos; y Harold Forsyth Mejía, embajador de Perú ante la Organización de los Estados Americanos (OEA).
A la oleada de renuncias le siguió la destitución del propio Castillo por “incapacidad moral”, y la inmediata toma de protesta de la vicepresidenta Dina Boluarte como nueva líder del país. Momentos después, Pedro Castillo fue apresado por el Ministerio Público peruano por el presunto delito de rebelión, y se encuentra a la espera de su juicio.
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