La entrada en vigor del certificado sanitario en Francia este lunes despertó reacciones diversas entre los ciudadanos, que califican la medida como problemática, en especial los propietarios de establecimientos comerciales. “Algunos clientes entienden rápidamente, otros no. Va a ser difícil, ¡no somos la policía!”, declaró Mirela Mihalca, dueña de un café, a AFP.
Tanto en redes sociales como de forma presencial, los inconformes protestan contra la obligatoriedad de la medida de portar y mostrar una prueba de vacunación completa o un certificado de test reciente para tener acceso a bares, cafeterías, restaurantes, cines, teatros y trenes de largo recorrido. También es obligatorio al momento de ir a un hospital, pero no es necesaria para ir con un médico de cabecera, y no deberá ser obstáculo para cuidados urgentes, señaló Olivier Véran, ministro de Salud del país.
Sin embargo, aún se otorgará una semana de tolerancia para que los responsables de efectuar los controles en cada establecimiento se adapten.
Las inconformidades subieron con la presencia de la policía vigilando que se cumpla la medida el mismo día que un refugiado mató a un sacerdote católico. Ls franceses en contra también temen la pérdida de empleo de quienes se nieguen a inmunizarse. Ante esto, el gobierno ha optado por poner el foco sobre quienes se han vacunado. “El rostro de una Francia que lucha, es el de los millones de franceses que han respetado los gestos barrera, se han preocupado por sus allegados, se han vacunado. De ellos se habla, desgraciadamente, mucho menos, que del magma antivacunas”, dijo el ministro de Salud.
Actualmente, en Francia se contabilizan 44.6 millones de personas con al menos una dosis de las vacunas disponibles para la Covid, y 37 millones con el esquema completo.