Con el hallazgo de una fosa clandestina más en México, ahora en Tlaxcala, con aproximadamente 69 cuerpos, se alientan nuevamente las esperanzas de Marisol Santiago de encontrar a su hija Lorena, de 17 años, desparecida desde el 2016, cuando se dirigía a la escuela en Tamaulipas. Casi tres años de peregrinaje sin que nadie le de una pista, un nombre, un lugar, algún indicio de que ella esté viva, o muerta… Aquella mañana de sol intenso en el Municipio de Río Bravo, Lorena salió rumbo al Tecnológico: Estaba a dos meses de concluir la preparatoria. A las dos de la tarde, no regresó a su casa. Su familia, junto con su tío, pastor de una Iglesia Evangélica muy conocida, la han buscado desde entonces en varios lugares donde pudiera estar: bares en México y en Estados Unidos, cárceles, hospitales, panteones, fosas clandestinas, incluso en comunidades religiosas. Cumplidas dos semanas de su desaparición, una llamada anónima les dio una pista: 4 sujetos que iban en una camioneta de color marrón la habrían “levantado” y al parecer fueron tirando su ropa y pertenencias en una ruta que lleva a la zona fronteriza, donde encontraron sólo su mochila y la funda de sus celular. Desde entonces, han entrevistado a muchas personas que tienen un vehículo similar en la zona, sin resultado alguno. Su familia hace el trabajo que la policía local y federal deben realizar. El Estado les ha negado el acceso a la justicia. Su denuncia se pierden entre miles de expedientes que hay en la Procuraduría de Justicia Estatal de Tamaulipas. A la escuela técnica donde estudiaba Lorena asisten más de 2 mil 200 alumnos, tres de los cuales han desaparecido en los últimos 2 años, incluyendo a Lorena. Se suman a la lista de al menos 80 hombres y mujeres que no se sabe dónde están y que eran miembros de las Iglesias Evangélicas en esa entidad. Se han levantado las actas ministeriales respectivas, sólo 4 han sido localizados desde abril de 2017: tres en fosas comunes en Veracruz, Morelos y Tamaulipas, y una que se presume vive en Estados Unidos con una “familia cristiana” que le ofreció casa, salario y educación a cambio de sus servicios para cuidar a una persona de la tercera edad. Marisol Santiago de 32 años, mamá también de Leo (11 años) y de Tere (9 años) ha viajado a todos los lugares donde se entera que han localizado fosas clandestinas: “acabo de ir a Colima; nos dijeron que había mujeres y hombres, pero no menores de edad. He ido muchas veces a Veracruz, a Guerrero, a Morelos, a Chihuahua, a Coahuila, a Zacatecas, pero no he encontrado a mi hija... No pierdo la esperanza de encontrarla con vida, pero si Dios ya la llevó no me importa, sólo quiero saber que ya está descansando, que está bien, que está feliz... Siempre he pagado mis gastos y algunas veces los mismos hermanos (de Iglesias Cristianas) me apoyan con hospedaje, comida y una ofrenda, pero el Gobierno casi nunca nos apoya”, dice con voz lenta en una entrevista. Los pastores cristianos han tratado de dar acompañamiento moral y espiritual a sus fieles que tienen un familiar desaparecido. Pero sin involucrarse. Su solidaridad no va más allá de lo que implica denunciar o protestar contra el crimen organizado, y es que algunos de ellos como el “hermano Juan José” saben que están automáticamente amenazados si es que lo hacen. Como Ministro de Culto de una Iglesia neopentecostal en Tamaulipas conoce bien que las denuncias son como firmar un pacto de muerte, un “aviso violento” de parte de las bandas que operan en la región y que tienen más poder que los militares, los jueces y los Ministerios Públicos, porque la impunidad está vigente en México. La mamá de Lorena entiende que los pastores no pueden hacer mucho. Aunque sus denuncias servirían para presionar a las autoridades con el objetivo de cumplir su función pocos se involucran. Está de por medio su integridad física y la de sus familias. Ella ha intentado, con nulo resultado, que Iglesias Evangélicas de la región, unan esfuerzos, recauden apoyo, hablen con los medios informativo, pero sólo ha logrado que oren por ella y por los demás tamaulipecos que han integrado Brigadas Nacionales de Búsqueda, Redes de Enlaces Nacionales y Colectivos Regionales donde padres de familia están organizados y buscan con sus propios medios y recursos a sus familiares. La última fosa que descubrieron esta semana se encuentra en Tecomán, Colima. En marzo del 2017 se descubrió un cementerio clandestino cerca del Puerto de Veracruz donde se supone incineraron varios cuerpos. Las autoridades contabilizaron cerca de 300 restos humanos en ese lugar. En ambos sitios ha estado la mamá de Lorena, pero no ha localizado ni un solo indicio de su hija. Mientras, la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas tiene registradas oficialmente más de 40 mil personas desaparecidas y 36 mil que han fallecido y que nadie saben quiénes son o que nadie quiere reconocer. Los Ministros de Culto pueden aportar datos que no sólo incrementarían las posibilidades de localización de algunas personas, sino que su misión de acompañamiento espiritual serviría también de aliciente espiritual y moral para las familias en todos los Estados donde este fenómeno está más que presente, además de la prevención que pueden brindar en sus respectivas comunidades, con un reconocimiento oficial a su labor religiosa. “Algunas veces pienso que los pastores también están desaparecidos en México”, dice Marisol… PALABRA DE HONOR: El Yunque Religioso se reunió en el Senado de la República para llevar a cabo su foro denominado “México Unido por los Valores y la Familia”, donde cada ponente desde su óptica sectaria se opuso al aborto, la eutanasia, la despenalización del uso de drogas, las relaciones sexuales prematrimoniales, la homosexualidad y el libertinaje juvenil. Cada uno de los funcionarios invitados fue pintando su raya. Al final dejaron solo al Senador Américo Villarreal Anaya de MORENA, quien justificó el evento al decir que ellos (los yunquistas) también tienen derecho a expresar su sentir, sin que esto represente que el Senado avale esas posturas. Y menos ese partido donde abundan los antiPESistas.