La gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez, confirmó la situación de “desaparición” de varios pobladores de Texcaltitlán, tras seis días de rebelión de agricultores contra presuntos miembros de la organización criminal La Familia Michoacana. Durante su visita a la comunidad de Texcapilla, donde ocurrió el enfrentamiento armado, la mandataria rechazó la versión de secuestro de al menos 20 personas, clasificándolas como “desaparecidos”. Sin embargo, no proporcionó detalles sobre la base de esta clasificación.
En una breve entrevista antes de la entrega de despensas, Gómez Álvarez declaró: “No, son desaparecidos y es lo que se va a dar el reporte; pero no desaparecidos”. Ante el temor de represalias de La Familia Michoacana, la gobernadora aseguró que la vigilancia y presencia de seguridad continuarán en la zona de manera permanente.
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El secretario de Seguridad estatal, Andrés Andrade, indicó que más de 10 personas están en calidad de “no localizadas” y se está analizando su estatus. Añadió que, tras una reunión con la familia de los desaparecidos, no hay denuncia formal, ya que no están seguros de si fue una situación delictiva o de “sustracción voluntaria”. Andrade subrayó la responsabilidad de la Fiscalía del Estado en determinar la situación jurídica, que está siendo objeto de una investigación en curso.
El periodista Carlos Loret de Mola informó que, según testimonios, miembros de La Familia Michoacana secuestraron personas que intentaron huir a municipios aledaños, incluyendo dos menores de edad y un elemento de seguridad municipal. Esto ocurrió después de la emboscada en la que murieron al menos 10 criminales y cuatro civiles, responsabilizando a cuatro campesinos señalados como autores del ataque.
Los hechos violentos sucedieron el 8 de diciembre, cuando los residentes se reunieron en Texcapilla para discutir pagos de extorsión con La Familia Michoacana. Los criminales, portando armas largas, equipo táctico y viajando en camionetas de lujo, exigieron un aumento en las cuotas extorsivas a los productores locales, desencadenando un enfrentamiento con los pobladores.
La repercusión del evento provocó el aumento de la presencia militar y policial en la localidad, generando un ambiente de temor ante posibles represalias de La Familia Michoacana.
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