“Hola, soy la titular del Conapred”. Un saludo de mano y la palma en su hombro. “¿Ella es..?, cuestionó. No la conocía.
En la primera fila de la mañanera, sentada con su falda blanca y bordados en color verde, estaba Claudia Morales Reza, recién nombrada presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). Es parte de sus funcionarios, y el Presidente no la identificaba.
Apenas hace un mes que la activista indígena wixárika recibió el cargo, pero Andrés Manuel López Obrador creyó que era una más de los invitados a la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas.
Era una mañanera compleja, a seis días del derrumbe de la mina en Sabinas, Coahuila; en el día del Pulso de la Salud y tras informar del posible decreto para que la Guardia Nacional formara parte de la Secretaría de la Defensa Nacional. Temas había muchos y el mandatario lo sabía.
Llegó, los enumeró y saludó a los invitados, “vamos a informar sobre los pueblos indígenas”, pero antes la salud, luego el Conacyt y luego Adolfo Regino Montes… ¡Casi se le olvida! Primero el reporte de las labores de rescate en la mina “El Pinabete”, aunque no hubo mucho qué decir.
Luego de 134 horas de trabajo continuo “no hay condiciones para el rescate”, explicó la coordinadora nacional de Protección Civil. Unos cuantos minutos, menos de diez, y el tema que sigue.
La salud, la pandemia, y el que sigue. Todo iba tranquilo. De repente, una pregunta de un periodista cambió el rumbo, los ánimos y el rostro de López Obrador.
Sobre los médicos cubanos, “¿cuáles son las obligaciones del gobierno de la República hacia estos médicos? ¿Qué tipo de prestaciones tendrán? Y en cuestiones fiscales, ¿van a pagar ellos impuestos?, ¿van a estar libres?, ¿de qué manera se les va a pagar?”, cuestionó un reportero.
La pregunta iba dirigida al secretario de Salud, Jorge Alcocer, pero López Obrador quiso responder. El cuestionamiento lo había molestado. Estaba agarrado del atril. Su tono suave y lento, cambió a fuerte y firme.
“Yo quiero intervenir. Me parece infame el estar cuestionando el que vengan médicos de Cuba, especialistas, a ayudarnos, porque durante mucho tiempo se abandonó la educación pública y no se formaron en México médicos suficientes ni especialistas”, dijo, mientras su mano permanecía inquieta. El rostro lo delataba, estaba enojado, pero también evadía dar una respuesta clara.
Soltó, como muchas veces, la culpabilidad a los gobiernos anteriores. Sus palabras mostraban su sentimiento. “Esos mismos o sus achichincles, deberían estar avergonzados por la decadencia que provocaron, ahora se erigen como paladines de la justicia, de la libertad; ahora gritan como pregoneros, cuando fueron cómplices”, acusó.
Y aunque dijo que tenía respuestas específicas, que daría el director del IMSS, Zoé Robledo, el mensaje fue igual: de justificación.
Y continuó: “Yo quiero llamar la atención sobre esta actitud hipócrita, inhumana, conservadora, de estar concibiendo la salud como un privilegio y no como un derecho. La salud es un derecho humano, no tiene que ver con ideologías, no tiene que ver con política, no tiene que ver con fronteras”.
Alcocer lo secundó. Hay un déficit de 154 mil especialistas, pero no lo dice él, sino las autoridades de otros países y 34 mil médicos generales, pero “no entiendo muy claramente la aversión, entre comillas, a que vengan cubanos”, resaltó.
Y dio paso a Zoé Robledo. El director del IMSS inició la respuesta a los cuestionamientos, el proceso se llevó a cabo con el Ministerio de Salud de Cuba y la agencia Servicios Médicos Cubanos, algo con lo que se trabajó desde hace varios meses, no en unas cuantas semanas.
“Una revalidación puede tomar meses, sí, pero la salud de la gente debe de tomarnos horas para poder atender, y eso es lo que nos debería de preocupar, no cuánto tarda un trámite administrativo”, desvió también la respuesta.
Robledo señalaba, siguiendo el discurso del Presidente, que no existe una esclavitud moderna, como se ha mencionado, por lo que hizo su comercial de turismo en Nayarit y Colima, estados a donde se han destinado los primeros médicos cubanos que llegaron al país, pero sin explicar a fondo su contratación legal y dejando al aire las respuestas que los medios solicitan.