La semana que inicia será una de las más intensas en la lucha política que estamos presenciando. La incertidumbre es cada vez mayor, las campañas se han tornado mucho más agresivas, las filtraciones por espionaje son el pan de cada día y las encuestas han abonado a la confusión colectiva. Aunado a esto, los principales partidos se están jugando sus principales cartas en asegurarse ciertas victorias estatales que definirán una buena parte de lo que será el futuro de nuestro país.
El estado regiomontano ha concentrado los reflectores en el candidato independiente Jaime Heliodoro Rodríguez, alias El Bronco. Si bien es cierto que su militancia de más de tres décadas en el PRI lo convierte, más que en un independiente, en un verdadero político escindido, sus aseveraciones cada vez más bizarras lo han hecho objeto de crecientes simpatías dentro del electorado. Simultáneamente, las encuestas publicadas por el periódico El Norte han dado sustento a la posibilidad de que un personaje sin estructura partidista pudiera ser gobernador en un contexto de claro desapego de los ciudadanos hacia los partidos políticos.
El periódico estadounidense The Wall Street Journal relata su posible triunfo como la coronación de un auténtico maverick – o disidente - que podría sacudir al país y redefinir la forma de hacer política de ahora en adelante. Para los escépticos, las estructuras partidistas que se encargan de la movilización el día de los comicios siguen siendo un determinante fuerte del triunfo de cualquier candidato. El Bronco no cuenta con estas maquinarias. Sin embargo, si este candidato realmente llegara a salir victorioso en las urnas, el sistema de partidos se vería fuertemente cuestionado y en clara necesidad de ser reinventado.
El fenómeno de este candidato independiente ha resultado tan polémico y difícil de medir que Nuevo León actualmente cuenta con una gama de encuestas, públicas y privadas, que exhibe todas las permutaciones posibles. Algunas con Ivonne Álvarez como puntera, otras con El Bronco, y aún otras con una contienda cerrada entre Ivonne y Felipe de Jesús Cantú, y el independiente en un lejano tercer lugar. Todas son igual de factibles y mucho dependerá del ánimo que tengan los votantes para ejercer su voto ese día. Sin duda, esta entidad también será una de las principales referencias a posteriori para abrir nuevamente el debate sobre la muy necesaria regulación de encuestas electorales.
Por su parte, el estado de Querétaro empezó también a ver un aumento en el calibre de las armas que se están utilizando en su batalla. El error garrafal que cometieron los detractores de Pancho Domínguez, auspiciados por el periódico Reforma, puede bien haberle costado esta elección al PRI. Pero más allá de las técnicas de ofensiva, lo que debemos observar es la disposición, tanto del panismo queretano como del tricolor, de morir en la raya por lograr el triunfo en esta entidad. Dos de las más grandes promesas del PAN y una del PRI tienen su futuro político atado a lo que suceda en Querétaro. Ricardo Anaya, uno de los políticos más brillantes y astutos que hemos visto, busca el camino hacia la Presidencia de la República por vía de la dirigencia de Acción Nacional. Una buena parte de los municipios queretanos representan su primordial fuerza política por lo que, si el albiazul se lleva esta entidad, Ricardo Anaya aumenta sus probabilidades de liderar el PAN y de ahí robustecerse. Por otro lado, Pancho Domínguez, que se caracteriza por su gran carisma y cercanía con la gente, puede convertirse en una de las cartas más fuertes del panismo con miras a las elecciones presidenciales de 2018. La gubernatura de Querétaro es su catalizador más importante, o bien, puede ser la elección que lo debilite de forma difícilmente resarcible. Lo mismo sucede con el ahora gobernador José Calzada, quien cuenta con altos índices de aprobación, logros concretos durante su gestión y un manejo casi impecable de la comunicación de su gobierno. Calzada puede ser una buena carta presidencial del PRI si logra conservar este estado que durante tanto tiempo había sido bastión panista. Por último, el estado de San Luis Potosí empezó como una contienda no tan reñida y en la que pocos se interesaban. El PAN definitivamente lograría equilibrar el marcador si recupera esta entidad y por eso recientemente son cada vez más los panistas prominentes que empeñan su nombre por la candidata, Sonia Mendoza. Para el PRI, la principal debilidad está en el gobierno funesto de Fernando Toranzo y la candidatura parca de Juan Manuel Carreras.
Lo más formidable de esta contienda es el contraste tan radical que existe entre ambos candidatos, y lo que cada uno representa en casi todas las dimensiones que pueden ser relevantes para un votante. Sonia Mendoza, mujer de origen humilde, es la primera candidata que presenta el PAN que proviene de la zona más marginada del estado. Es una verdadera militante de base del partido que ha construido su carrera con trabajo y logró la candidatura a pesar de las negativas del elitismo albiazul. Por el contrario, Juan Manuel Carreras, es un hombre próspero con estudios de posgrado y un tinte académico. Su trayectoria política se explica precisamente por su origen privilegiado.
Sonia Mendoza ha resistido embates de la campaña contraria en contra de su integridad como persona. Dado que no adolece de actos de corrupción los principales mensajes que pudieron formular en su contra fueron directamente personales y sin relevancia para la contienda. De resultar victoriosa, como algunas encuestas pronostican y contra cualquier expectativa, podemos empezar a pensar que algunos cambios deseables están siendo posibles en nuestra forma de hacer política y será una de las buenas noticias que podemos registrar a pesar de la crisis política e institucional que ha exhibido este proceso electoral. En términos más generales, una victoria de Sonia Mendoza constituye una señal política más sana que una victoria de un personaje como El Bronco, que finalmente es un priista clásico acusado en diversas ocasiones de maltratar mujeres.