La imagen de prominente miembro de la realeza británica, brillante militar e hijo predilecto de la reina Isabel II se ha visto empañada en los últimos meses para el príncipe Andrés, que ahora es percibido como alguien involucrado en escándalos de abusos sexuales.
Todo inició con su relación con Ghislaine Maxwell, recientemente condenada por tráfico sexual de menores. Según AFP, su discreción en esta amistad no fue suficiente cuando una víctima de Jeffrey Epstein —íntimo amigo de Maxwell y cercano al príncipe— lo acusó de haberla agredido sexualmente tres veces en 2001, siendo ella menor de edad.
La defensa que hizo el príncipe funcionó para hundirlo más. En una entrevista para la BBC, se mostró arrogante y carente de compasión por las víctimas del multimillonario, y al momento de hablar de su relación con él, únicamente dijo que esa amistad le sirvió para conocer gente interesante.
Tras la entrevista, la percepción del príncipe cayó a tal punto que poco después dio a conocer que se retiraba de la vida pública; una rara decisión para un miembro de la familia real.
Nacido en febrero de 1960, el príncipe Felipe fue nombrado duque de York por la reina, y tras verse involucrado en el escándalo de Epstein, su exesposa Sara Ferguson salió en su defensa. Los argumentos de la duquesa no tuvieron mucha repercusión, ya que el príncipe era conocido por llevar una vida despreocupada. Ejemplo de ello es cuando se le vio participando en una fiesta sobre el tema “prostitutas y proxenetas”, precisamente al lado de Ghislaine Maxwell.
Los deberes reales tampoco mejoraron su imagen, ya que mientras fue representante del Reino Unido para el comercio internacional, recibió llamados de atención por sus elevados gastos a expensas de los contribuyentes.
Actualmente, el príncipe Felipe ha aparecido unas cuantas veces junto a su madre en actividades de caridad, y se ha mantenido con total discreción en su vida privada.