A 13 meses de la aparición del virus SARS-CoV-2 el mundo, la humanidad ha visto que la pandemia no es el único problema que enfrenta. El virus ha puesto en evidencia los problemas de salud, sociales y medioambientales, y es momento de que se resuelvan a través del trabajo coordinado entre todas las naciones, acordaron expertos durante el encuentro en Davos del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés).
La Cobertura Universal de Salud 2030 se presentó como uno de los principales objetivos en el foro anual. Se trata de una iniciativa del Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) que propone garantizar la protección de las personas en casos de “gastos catastróficos en salud”.
La líder del proyecto “Modelando el futuro de la salud y la plataforma sanitaria”, Sofiat Akinola, profundizó en este tema en el marco del encuentro anual que se realizó esta semana. El objetivo, aclara, no es volver a una normalidad en los centros de atención a la salud, que ya antes de la pandemia estaban sobrecargados, sino transformarlos para hacerlos más accesibles.
En este sentido, el avance tecnológico podría ser un aliado. La telemedicina y el mayor uso de datos y análisis han facilitado la atención de los pacientes, pero el reto es monumental. El primer reporte de monitoreo global de la OMS y el BM estima que 400 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso a servicios de salud básicos.
El siguiente objetivo en la lista de necesidades de salud mundial es priorizar la salud y el bienestar mental. De la misma forma que los sistemas de salud se encontraban saturados, la atención mental también presentaba un panorama deficiente antes de la pandemia.
Según Elisha London, director ejecutivo de United for Global Mental Health, únicamente el 2% de los presupuestos de salud de todo el mundo se destinan a este rubro. Mientras tanto, padecimientos como ansiedad y depresión afectan a 400 millones de personas en todo el mundo, aclara Miranda Wolpert, directora de Mental Health, Wellcome Trust.
Finalmente se habló también sobre reconocer que la salud humana está fuertemente vinculada a la salud ambiental. No sólo se trata de combatir las enfermedades zoonóticas –que representan el 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos acorde a la ONU—, ya que se ha demostrado que la pérdida de biodiversidad, la deforestación y el tráfico de especies han provocado más brotes de enfermedades.
Ejemplo de esto es el ébola, que se originó en un asentamiento humano después de deforestar la zona. En los últimos años han aumentado los brotes de padecimientos de zika, malaria y dengue, y lejos de despertar las alarmas, se ha creado un “estado de complacencia”, aclara John Scott, Jefe de Riesgo de Sostenibilidad en Zurich Insurance Group.