Dan explicación científica a regaño de mamá
Un nuevo estudio detalla cómo el cerebro de los adolescentes evoluciona a partir de los 13 años para poner más atención a las voces de las personas fuera del entorno familiar

“Lo que digo te entra por un oído y te sale por el otro”. Este típico regaño de las madres hacia sus hijos puede ser algo más que simple rebeldía por parte de los adolescentes.
El desinterés hacia las órdenes de sus padres (en particular hacia las instrucciones de las madres) podría ser explicado con un estudio reciente que demuestra que el efecto que despierta en sus cerebros cambia cerca de los 13 años de edad.
El análisis, publicado en Journal of Neuroscience, detalla que hasta aproximadamente los 12 años de edad, el cerebro de los menores muestra una fuerte respuesta neuronal a la voz de su madre, lo que a su vez activa los centros de recompensa y los centros de procesamiento de emociones.
Sin embargo, al iniciar la adolescencia comienza a perderse esa reacción neurológica, y en contraste, el cerebro se muestra receptivo a todas las voces en general.
“Como adolescente, no sabes que estás haciendo esto. Simplemente tienes amigos y nuevos compañeros y quieres pasar tiempo con ellos. Tu mente es cada vez más sensible y atraída por estas voces desconocidas”, ejemplificó Daniel Abrams de la Universidad de Stanford.
La hipótesis es fundamentada por los resultados de un estudio hecho por los mismos investigadores en 2016, el cual muestra que los menores de 12 años muestran circuitos cerebrales activados selectivamente por la voz de una madre, pero al ampliar el estudio a 22 adolescentes de 13 a 16.5 años, la voz materna no tuvo el mismo impacto.
De esta forma, el equipo de científicos llegó a la conclusión que a medida que envejecemos, la audición y atención deja de centrarse únicamente en la figura materna, para reconocer y obtener información de una variedad más amplia de personas.
Este cambio, por lo tanto, es una señal de que el cerebro está entrando en una nueva fase de madurez, e indica un desarrollo saludable, por lo que no debe ser tomado como una señal de que el joven cierra voluntariamente a su familia.