Tras la invasión de Ucrania, las agencias de inteligencia occidentales intensificaron la cacería de espías rusos que se hacen pasar por diplomáticos en las embajadas de Rusia en las capitales del mundo. Más de 15 países en tres continentes han declarado persona non grata y expulsado a 600 diplomáticos bajo la sospecha de ser agentes encubiertos de los servicios de inteligencia extranjera y militar del Kremlin, SVR y GRU, respectivamente.
Muchos de esos espías están reapareciendo en países latinoamericanos permisivos como México. “Si eres Rusia, no vas a regresarlos para que se queden sentados en casa. Están entrenados para realizar tareas de inteligencia y operar en el extranjero. Si México está dispuesto a recibirlos, para allá son enviados”, me dice Duyane Norman, ex director de operaciones de la CIA, en retiro desde 2019. En mayo pasado, como revelé en EjeCentral, había 86 diplomáticos rusos acreditados por la Secretaría de Relaciones Exteriores—60% más que antes de la agresión contra Ucrania. “Es seguro suponer, aunque es sólo una suposición, que los mexicanos están asumiendo que los rusos no están en México para conducir actividades significativas contra ellos. En ese sentido, es un cálculo político”, agrega Norman, quien observa que, a diferencia de Rusia, con el que México no comparte nada, Estados Unidos es su “más cercano amigo y aliado”. “Si fuera mexicano, estaría muy escéptico respecto a las intenciones de Rusia”.
Para Norman, quien fue jefe de la estación de la CIA en tres países durante su carrera de 28 años en la agencia, el súbito aumento de rusos en México tiene sentido, aunque, sostiene, “tenían un número desproporcional” mucho antes. “Desde la Guerra Fría, los rusos han usado a México como plataforma o lugar para ganar acceso a Estados Unidos y manejar sus activos estadounidenses. Estados Unidos sabe bien que, desde la perspectiva de inteligencia, México es un lugar ideal y altamente disputado”. Entre esos activos destacan los “ilegales”, categoría especial de espías durmientes que adoptan nacionalidades e identidades falsas o robadas, y que viven vidas ordinarias sin ser detectados. Sabido es que la Embajada de Rusia en México ha sido refugio y punto de tránsito para “ilegales” en Estados Unidos desde los años 80.
La expulsión masiva de diplomáticos ha dañado la capacidad rusa para espiar y robar información secreta en países occidentales. Para resarcir el daño, señalan analistas de inteligencia, el Kremlin estaría activando a los “ilegales”. El descubrimiento de “ilegales”, con pasaportes brasileño, argentino, peruano y mexicano, en Noruega, Brasil, Países Bajos, Eslovenia y Grecia, da crédito a dichas versiones. Al menos seis “ilegales” han sido desenmascarados en el último año; cuatro están detenidos en países occidentales. El más famoso es Sergey Cherkasov, agente ruso del GRU con pasaporte brasileño falso. “Víctor Muller Ferreira”, como decía llamarse, estudió la maestría en la prestigiosa Universidad Johns Hopkins en Washington, que usó de trampolín para conseguir trabajo en la Corte Penal Internacional de La Haya, pero los Países Bajos le impidieron entrar. Cherkasov fue devuelto a Brasil en 2022, donde cumple una condena de cinco años de prisión. Brasilia rechazó extraditarlo a Estados Unidos que lo acusó de espionaje en marzo.
La rusa Irina Shmyrev, agente del GRU, ingresó a Grecia en 2018 con un pasaporte mexicano a nombre de María Tsalla. Vivió en Atenas cinco años simulando ser fotógrafa y comerciante de prendas tejidas hasta marzo pasado cuando huyó a Moscú tras ser descubierta por las autoridades griegas. No se sabe cómo obtuvo el pasaporte mexicano. Si fue con un acta de nacimiento falso o sobornando a autoridades migratorias. Tampoco si vivió en México en condición de “ilegal”. “El programa de ilegales de los rusos es muy robusto. Existe desde hace mucho tiempo. La paciencia y capacidad de espera que tienen para posicionar gente, no diría que es sin parangón, pero sí impresionante. Es difícil descubrirlos”, subraya Norman. Popularizado por Netflix en la serie Los Americanos, fue creado bajo la Guerra Fría y revivido por Vladimir Putin. Como en la época del PRI, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tolera el espionaje ruso en territorio nacional porque cree que de esa manera proyecta autonomía frente a Estados Unidos. Lo que no parece darse cuenta es que está siendo usado. AMLO, para los rusos, es un tonto útil.