Hay cosas que no cambian entre Estados Unidos y México. La asimetría es una. Mientras que el presidente de Estados Unidos concede una sola audiencia al embajador de México cuando presenta credenciales y se entrevista con secretarios de Estado mexicanos en grupo, no individualmente, los ejecutivos mexicanos, unos más que otros, acostumbran todo lo contrario con los estadounidenses, perpetuando una asimetría que bajo el sexenio actual no sólo no cambió, sino empeoró.
Andrés Manuel López Obrador recibió dos veces a una asesora de la Casa Blanca sin rango de titular sentando un nuevo precedente en el desequilibrio protocolar.
“Para un Presidente y una 4T a la que le encanta pontificar acerca de cómo los demás gobiernos que les antecedieron eran ‘entreguistas’ con Estados Unidos, nunca antes un titular del Ejecutivo había recibido a alguien en reunión, uno a uno, en Los Pinos o Palacio Nacional que no fuera jefe de Estado, titular de gabinete o a delegación parlamentaria de peso. Y en el caso de titulares de gabinete, nunca con la frecuencia con la que ha ocurrido en este sexenio ni con la asimetría (de números y de portafolios) con la que se han dado con López Obrador”, me dijo Arturo Sarukhán, exembajador de México en Estados Unidos.
La falta de equilibrio tanto en números como en funciones fue patente en la improvisada reunión sobre migración con López Obrador en Palacio Nacional en diciembre. Por Estados Unidos estuvieron los secretarios de Estado Antony Blinken y de Seguridad Interna Alejandro Mayorkas; por México, cinco titulares de gabinete, incluidos defensa y marina. Debido a la disparidad, el embajador Ken Salazar y Elizabeth Sherwood Randall, asesora de Joe Biden con acceso privilegiado a AMLO, se sentaron ¡frente al general Crescencio Sandoval y al almirante José Ojeda! Si hubiera equilibrio entre pares, por México hubieran estado únicamente la canciller Alicia Bárcena y la secretaria de Gobernación, Luisa Alcalde, contrapartes de Blinken y Mayorkas.
Salazar es el embajador estadounidense que más acceso ha tenido. La agenda oficial de AMLO de 2023 registra cinco reuniones individuales de “carácter privado” y otras tantas en grupo, pero en realidad son muchas más. Seguido se ha visto a Salazar bajarse de su SUV frente a Palacio para entrevistarse con AMLO fuera de agenda como ocurrió en marzo pasado, cuando duró dos horas en salir. La embajada mantiene informado al Departamento de Estado sobre lo que hablan, pero en México no se conoce registro escrito. Generalmente no suele haber alguien tomando apuntes.
López Obrador no oculta su afecto por Salazar. “Es mi amigo y es un hombre bueno”, dijo saliendo al paso de las criticas de funcionarios estadounidenses en The New York Times. Se sabe que tampoco a Bárcena le hace gracia que se salte su autoridad y acuda directamente al Presidente. Salazar dice que su cercanía a AMLO ayuda a Estados Unidos.
En contraste, el embajador Esteban Moctezuma tuvo la mala suerte de ni siquiera haber podido entregar cartas credenciales en persona a Biden, debido a la contingencia sanitaria del Covid-19. Biden las aceptó de manera remota a través de la oficina de protocolo del Departamento de Estado. A diferencia de sus antecesores, se quedó sin presumir la foto del acto protocolario en el Despacho Oval, único momento en que están a solas.
En su supina ignorancia, López Obrador y la 4T apostaron a la reelección de Trump. AMLO anticipó que no iba a llevarse bien con Biden porque los demócratas, “son más injerencistas”, decía repitiendo la perorata de los filorusos antiyanqui que lo asesoran. Biden le envía a un embajador político, no diplomático, amigo suyo, y López Obrador se siente apapachado; decide cambiar de estrategia. Acepta el galanteo de Salazar y cultiva una relación cercana con él, con el interés de negociar un trato transaccional político. Accede a ayudar a Bien con las crisis del fentanilo y los flujos migratorios a cambio de que Washington no cuestione la militarización y la legitimidad de la elección de Estado en curso.
El sistema de gobierno de Estados Unidos no acostumbra dar acceso a los embajadores. No son funcionarios que tengan ni el nivel ni el poder de decisión que tiene un Presidente. Tampoco permite que el Presidente esté a solas con nadie. Sólo los jefes de Estado son recibidos a solas, con intérprete y tomador de apuntes. Y no todos. Para algunos mandatarios con mentalidad de administradores de protectorado es normal que no haya piso parejo entre países con asimetrías de poder y desiguales, aunque de vez en cuando se les haga creer que son iguales. No son. Cuestión de ver el desaseo mexicano en las formas.
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