La permisividad de sanciones por actos violentos hacia personas e incluso animales es una de las razones por las cuales se justifica la escalada de violencia que ha decantado en actos de extrema crueldad que incluso se han hecho virales. Así es como explica estos actos Mónica Ramírez Cano, psicóloga y experta criminóloga, una de las más reconocidas de América Latina.
Ayer, un hombre fue condenado por más de 10 años de cárcel en Querétaro por el asesinato de Athos y Tango, perros de rescate y asistencia emocional de los cuerpos de emergencia de la Cruz Roja Mexicana. El caso llegó a juicio penal sobre maltrato animal por primera vez en la historia del país.
A esta sitaución se suma la tortura y asesinato de un osezno de cuatro meses a manos de pobladores de Castaños, Coahuila, ante la indolente mirada de varios integrantes de la Policía Municipal. Al respecto, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) presentará una denuncia penal contra los responsables.
“Esto es producto de las generaciones que ahora son adultas que se criaron en el contexto del narcotráfico, testigos de una violencia brutal” en los 2000 y 1990.
Ramírez Cano –quien ha dedicado más dos décadas a identificar los factores biológicos y psicosociales de asesinos seriales y de narcotraficantes como Joaquín El Chapo Guzmán, Dámaso López El Licenciado, e incluso Juana Barraza La mataviejitas– advierte un foco rojo social en ambas situaciones.
Señales de alerta
Ramírez Cano también refirió que entre sus investigaciones ha logrado ubicar alguna de las tres características que se asocian con la conducta homicida, acuñada por el psiquiatra forense neozelandés, John Marshall McDonald, también conocida como la triada McDonald, de 1963. Las investigaciones refieren que los homicidas, siendo niños ya habían manifestado la obsesión con el fuego, maltrato a los animales y poco control de los esfínteres al dormir.
En este punto, Ramírez Cano advirtió que estas acciones no corresponden a una generalidad, pues por ello los expertos evalúan otros aspectos de la personalidad de los homicidas.
La persona que comete actos de violencia contra seres vulnerables –niños, adultos mayores, discapacitados– y “sintientes” –como los animales– revelan un foco rojo, y en este punto, hay una delgada línea: de la crueldad al homicidio, explicó Ramírez Cano.
Por ello, la experta recomienda sancionar la conducta transgresora, “porque como dicen los abogados, delito que no se sanciona, tiende a repetirse”.
Además, sostuvo, “como sociedad y padres de familia, servidores públicos y seres humanos, debemos encontrar la manera de retomar nuestro centro”. Y añadió: “el límite puede ponerlo el adulto que enseña a las generaciones más jóvenes.
Trabajar el respeto (hacia seres sintientes) para las generaciones que vienen, a través del cuidado y la responsabilidad hacia los animales” que se traduce en empatía.
“Estos policías, lo que hicieron con el oso no tiene perdón. Si eso le hicieron al oso, ¿qué le espera
a un niño? (...) esto nos dice que los policías no tienen empatía y la carencia de empatía” es un rasgo que se asocia con la conducta homicida. Y subrayó que esto no es una generalidad, pero habla de una conducta a la que debe ponerse especial atención.