Antes de la pandemia de Covid-19, 35.7% de los mexicanos tenía un ingreso inferior al costo de la canasta alimentaria, es decir, que ni gastando todos sus recursos en comida, podrían tener una dieta sana y suficiente.
Para septiembre de 2020, ese porcentaje se disparó a 44.5, una cifra nunca vista desde 2005, año en que se creó el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP). Este cambio equivale a que, en sólo seis meses, 11.1 millones de personas dejaron de tener los recursos suficientes para adquirir la canasta alimentaria. La brecha entre ricos y pobres se cuadruplicó con la crisis.
En sólo seis meses, 11 millones de personas —población equivalente a la suma de los habitantes de Durango, Quintana Roo, Zacatecas, Aguascalientes, Tlaxcala, Nayarit, Campeche y Baja California Sur— dejaron de tener un ingreso suficiente para adquirir la canasta básica alimentaria y ahora padecen hambre.
De acuerdo con el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP), elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en el primer trimestre de 2020, antes de la emergencia sanitaria por Covid-19, 35.7% de la población (45 millones de personas) tenía un ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria.
A la vuelta de seis meses —después del confinamiento, la sana distancia, la restricción de actividades económicas, sociales y culturales— el porcentaje de personas que no podrían comprar alimentos suficientes, aun cuando invirtieran todo su ingreso en comida, pasó a 44.5 (56.1 millones de personas), una cifra nunca vista desde 2005, año en que se creó el ITLP.
El reporte de Coneval subraya que la pandemia de Covid-19 y la recesión económica que le viene aparejada no sólo han incrementado la pobreza extrema por ingresos, sino que las desigualdades sociales, las diferencias en la calidad de vida de ricos y pobres, se hicieron más evidentes.
Durante el tercer trimestre de 2019, el ingreso laboral promedio del 20% de la población con mayores ingresos laborales per cápita (quinto quintil) representó 34.3 veces el ingreso del 20.0% de la población con menor ingreso laboral (primer quintil); mientras que para el mismo periodo de 2020 representó 146.3 veces”, refiere el reporte, es decir, la brecha se cuadruplicó.
Las secuelas económicas de la Covid-19 han alterado el mapa de la pobreza en México. Por ejemplo, el reporte de Coneval revela que antes de la pandemia, Quintana Roo estaba entre los 10 estados de la República con menor pobreza extrema por ingresos, con 29% de la población; para el tercer trimestre del año, el estado caribeño ya mostraba miseria y hambre en 51.5% de la población, un brinco de 22 puntos porcentuales que lo colocan muy cerca de la situación que vive Guerrero (62%), Oaxaca (60%) o Veracruz (55%).
›Después de Quintana Roo, las entidades que experimentaron un aumento en la pobreza extrema por ingresos en los meses más críticos de la pandemia son Baja California Sur (de 18.8 a 32.5%), Sonora (de 26.9 a 40%) y Ciudad de México (de 32.3 a 45.1%). Paradójicamente, el contexto de la pandemia ha sido benéfico para estados como Oaxaca, Michoacán, Morelos y Zacatecas, donde el porcentaje de personas que no tienen ingresos suficiente para saciar su hambre bajó 0.6, 0.8, 2 y 2.1 puntos, respectivamente.
A escala nacional, el poder adquisitivo del ingreso laboral se degradó 6.7% entre el tercer trimestre de 2019 y el mismo periodo de 2020, según el reporte de Coneval. Por estados, el poder adquisitivo se deterioró más en Quintana Roo (-27%), Baja California Sur (-21%) y Sonora (-19%), al tiempo que se elevó en Nayarit (20%), Veracruz (10.5%) y Zacatecas (7%).