Covid-19, el rostro de la solidaridad
Del miedo y la incertidumbre, las comunidades están transitando a la creatividad para apoyar a médicos, personas en riesgo o vecinos
La solidaridad estalló en el mundo. Mujeres mayores que cosen batas y cubrebocas para médicos, jóvenes que imprimen caretas protectores, grupos que cuidan a niños que tienen padres enfermos, al igual que animales que quedaron en el abandono porque sus dueños están hospitalizados o voluntarios que cocinan para los que viven en la calle.
También hay conciertos, catálogos de libros gratuitos, recorridos virtuales en grandes museos o grupos de dateros que comienzan a reunir toda la información de esta solidaridad para que las personas puedan encontrar apoyo durante la pandemia.
Así, del miedo y aislamiento a la que el Covid-19 estaba arrojando a comunidades enteras por la cuarentena, comenzó a crecer y reproducirse en todo el mundo el rostro de la solidaridad.
Las iniciativas son variadas y diversas. En España, una mujer de 87 años, con 30% de visión y siete décadas de costurera, confeccionó cubrebocas para que un neumólogo los entregara: “me encuentro esto... hecho con sus manos, llenas de artrosis, de bondad y de experiencia”, escribió un médico en redes. El país Ibérico es uno de los más golpeados por la epidemia, donde hay 166 mil 19 casos confirmados y 16 mil 971 muertos.
En París, una iglesia habilitó tres centros en los que diariamente un grupo de voluntarios prepara cinco mil almuerzos para distribuir entre la población en situación de calle en 22 parroquias: “En la calle, la situación es grave, muchas asociaciones han tenido que cerrar sus puertas en los últimos días, ya que, dijo, a nuestros voluntarios, a menudo de más de setenta años, ya no se les permite salir. Es por eso que muchas personas ya no reciben sus comidas diarias”, dijo monseñor Michel Aupetit y llamó a los ciudadanos a sumarse a las brigadas y tuvo éxito.
En Brasil, la gente conformó un directorio en el que compilaron un listado de productores locales y redes para promover el consumo solidario.
En Italia, otro de los países más golpeados por Covid-19, decenas de jóvenes se organizan en grupos de WhatsApp y Telegram para ofrecerse como voluntarios para comprar viandas a los adultos mayores o cuidar niños cuyos padres no pueden hacerlo.
Y en Florencia, el cantante de ópera Mauricio Marchini salió a su balcón y dio una serenata a toda la ciudad interpretando Nessun Dorma para llevar mitigar un poco el desazón de la cuarentena.
En Madrid el grupo @el_refugio, lanzó una campaña para cuidar a los animales domésticos que se quedaron solos porque sus dueños fueron enviados al Hospital.
México no se queda atrás. Aquí, pequeños grupos se organizaron para llevar caretas de protección al personal médico en Tuxtla Gutiérrez y Cintalapa
La Brigada Callejera inició una campaña para recabar víveres y medicamentos con el fin de distribuirlos a las trabajadoras apostadas en La Merced, Tlalpan y Puente de Alvarado.
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