Desde hace más de un año, diversas células especiales al servicio de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín Guzmán El Chapo —a quien el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó liberar en octubre de 2019, tras el fallido operativo conocido como el “Culiacanazo”—, comenzaron a intentar apoderarse de la Ciudad de México.
Información consultada señala que la operación de estas células ha sido una operación sofisticada, al pretender aliarse con grupos locales dedicados a la venta de droga al menudeo, pero además dominar el trasiego de drogas y otros delitos.
Precisamente la zona sur en la alcaldía de Tlalpan, un corredor que a través de la carretera México-Cuernavaca conecta con la entrada a Morelos —donde ayer fue desarticulada una de estas células—, puso en evidencia la capacidad para instalar un centro de operaciones de un grupo de la delincuencia organizada, que acumulara ese poder de fuego.
A decir de vecinos de la zona, que particularmente abarca poblados como San Pedro Mártir, San Andrés Totoltepec y San Miguel Topilejo, la presencia de estos grupos criminales ha despuntado al menos en el último año en el que han detectado una mayor incidencia de extorsiones, del cobro de “derecho de piso”, robo de autos y asaltos a mano en pleno día.
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“En grupos de chats de comerciantes y locatarios advirtieron también de gente que anda de traje, hasta con credenciales y dicen que son de alguna dependencia, como la Profeco, para tomar fotos y videos de los negocios, pero no son de ninguna dependencia, ni son del pueblo”, contó a este diario Juan Manuel Rodríguez, habitante de Tlalpan, quien además corroboró lo dicho ayer por el secretario de Seguridad de la CDMX, Omar García Harfuch, sobre una mayor presencia de personas armadas en la zona.
“Lo que más se ha sabido es el robo de vehículos y asalto a personas a plena luz del día, ahora ya casi todos los días se habla de eso, antes no era tema de conversación, fue apenas que se disparó, como de unos seis meses o un año para acá. A lo mejor sí existía, pero no era del diario”, señaló Juan Manuel al referir que según la denuncia de comerciantes, que abarca desde locatarios hasta comerciantes ambulantes, les exigen el pago de extorsiones, “y tal cual así te lo dicen, que son del tal cártel (de Sinaloa)”.
De acuerdo con la información revisada, sobre los integrantes de la célula en Topilejo bajo las órdenes de Ovidio Guzmán —quien en los últimos dos años ha adquirido mayor protagonismo al interior del cártel del Pacífico y se ha ido consolidado, frente a sus hermanos, como el encargado de las operaciones de todo el corredor Centro-Pacífico—, se cree que sólo se encontró una parte de los integrantes, aunque se busca a una decena más.
Cabe recordar que aunque la búsqueda comenzó hace poco más de dos meses, por las denuncias ciudadanas que se recibían, especialmente porque se hacían pasar como policías, estas actividades tenían más tiempo, cerca de un año. Y muestra de ello resultó la casa de seguridad en la que convirtieron un restaurante abandonado en la colonia San Andrés Totoltepec para operar la logística del grupo para diferentes delitos que van desde el trasiego de cargamentos, siembra y laboratorios, hasta un punto de conexión para la expansión de la organización en el centro del país, especialmente la Ciudad de México.
Sobre el enfrentamiento de ayer en el que fueron detenidos 14 hombres —seis de ellos originarios de Sinaloa—, con portación de placas alusivas al cártel de Sinaloa, a El Chapo Guzmán, las indagatorias se han centrado en el armamento, particularmente en el fusil Barret calibre 50, un arsenal que también fue decomisado al cártel en un operativo el año pasado, también en Tlalpan. En dicho operativo se encontraron 800 kilos de cocaína, además de autos de lujo, además de que los involucrados también eran personas de origen sinaloense.
La alerta para las autoridades capitalinas comenzó en enero de 2021, cuando una camioneta volcó en pleno Río San Joaquín, con un cargamento de cocaína que sumó poco más de media tonelada, un rastro que también lleva al Cártel de Sinaloa.
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