Contra la soledad, quién nos acompaña

7 de Noviembre de 2024

Contra la soledad, quién nos acompaña

la soledad

Las personas solitarias, además de las desagradables sensaciones de que nadie las entiende ni aprecia, tienen más problemas de salud y mayor riesgo de muerte que quienes socializan más; pero no es un problema sin soluciones

“Se sabe que la soledad es uno de los mayores predictores psicológicos de problemas de salud, deterioro cognitivo y mortalidad temprana”, dice Patrick Hill, investigador de la Universidad de Washington en St. Louis. “Los estudios demuestran que puede ser tan perjudicial para la salud como fumar o tener una mala alimentación”.

Incluso para las personas que padecen diabetes, la soledad es un factor de riesgo para padecer un ataque cardiaco mayor del que representan una mala dieta, la falta de ejercicio, el tabaquismo o la depresión, según un estudio reciente. Pero antes de tratar de remediarlo, hay que saber de qué se trata.

Soledad o aislamiento social

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De acuerdo con una investigación publicada en 2021 en la revista Annals of Behavioral Medicine, la soledad y el aislamiento social, a pesar de que en el habla coloquial puedan parecer la misma cosa, en realidad “son constructos distintos”.

“La soledad es un estado emocional subjetivo y desagradable que resulta de una discrepancia percibida entre los niveles de contacto social deseados y alcanzados. La soledad ocurre cuando una persona siente que tiene menos contactos sociales de los deseados o porque siente que las relaciones sociales actuales carecen de características de calidad” como intimidad, apertura y confidencialidad, escriben las autoras del estudio.

El aislamiento social, en cambio, se refiere a la ausencia objetiva de contactos y relaciones sociales. Curiosamente, diversos estudios “han demostrado que la soledad y el aislamiento social están moderadamente correlacionadas”; aunque el aislamiento social puede ser un precursor de la soledad, también puede ser su consecuencia, pues las personas evitan las relaciones sociales para no sentirse amenazadas.

Aunque soledad y aislamiento social tengan significados diferentes, “están interconectados y la experiencia de cualquiera de ellos es potencialmente perjudicial” para la salud, señalan las autoras, adscritas a instituciones de investigación y atención de la salud de Dinamarca.

Afecta al corazón y el manejo del azúcar

El estudio analizó la soledad y el aislamiento social como predictores independientes de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y cáncer.

Para ello se basaron en una encuesta que se realiza cada cuatro años en Dinamarca llamada ¿Cómo estás?, con la que obtuvieron datos de 2013 de 24 mil 687 personas de 35 a 79 años de edad, residentes en la Región Central de Dinamarca.

Cuando se examinaron simultáneamente, la soledad y el aislamiento social se asociaron con el diagnóstico de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2 dentro de un período de seguimiento de cinco años”, señalan las autoras.

Sin embargo, la coexistencia de soledad y aislamiento social “no tiene un efecto sinérgico” en la enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2; es decir, el efecto combinado de la soledad y el aislamiento social no superó al efecto aditivo de cuando ocurren juntos.

Las autoras agregan que “la soledad y el aislamiento social también pueden surgir de enfermedades de larga duración” o de enfermedades no detectadas; además, “el curso de la enfermedad puede exacerbar los sentimientos de alienación y abandono”.

¿Cuál es la causa y el efecto?

Quizá la principal contribución del estudio es que ayuda a explicar por qué la soledad y el aislamiento social provocan el mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y, sobre todo, la diabetes tipo 2. En el primer caso la causa está en el aumento del “estrés percibido”.

Los individuos solitarios y socialmente aislados podrían afrontar el estrés de manera menos adaptativa, lo que los hace más propensos a la influencia patógena del estrés” escriben las autoras, y agregan:

“Esto podría aplicarse particularmente a personas solitarias, ya que los resultados actuales indican que el estrés percibido es un factor único que explica más del 40% de la asociación entre la soledad y las enfermedades cardiovasculares”.

Por otra parte, señalan que su estudio es quizá “el primero en demostrar una asociación longitudinal de la soledad y el aislamiento social con la diabetes tipo 2”. Esto significa que otros estudios han documentado asociaciones transversales, es decir, que la soledad y el aislamiento social coinciden en el tiempo con la diabetes; pero aquí encontraron la posibilidad de que un factor anteceda a otro.

Curiosamente, la fuerza de la asociación de la soledad y el aislamiento social con la diabetes tipo 2 es aparentemente mayor que las asociaciones con las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad”, señalan, lo que podría indicar que la soledad y el aislamiento coexisten con factores de riesgo de especial relevancia para el desarrollo de la diabetes tipo 2.

Las autoras consideran que la asociación entre la soledad y el aislamiento social con la diabetes tipo 2 se explica “completamente por factores psicológicos y conductuales”; en otras palabras, las personas solitarias y aisladas tienen una mala salud mental y malas conductas de salud que conducen al desarrollo de la diabetes.

Esas conductas, además de comer en exceso y alimentos poco saludables, pueden incluir, por ejemplo, el uso continuo de antidepresivos.

Por otra parte, las personas que no están solas o aisladas, ya sea que estén pareja, familia o entre amigos, se animan mutuamente en un esfuerzo por influir en los buenos hábitos de salud.

La soledad se retroalimenta

Numerosas investigaciones han mostrado que la soledad en una persona va acompañada de sentimientos de no ser comprendida por los demás, y un estudio publicado en la revista Psychological Science en junio de este año encontró que las personas solas efectivamente procesan el mundo de maneras distintas a quienes son más sociales.

Por medio de resonancia magnética funcional, Elisa Baek y su equipo examinaron los cerebros de 66 estudiantes universitarios de primer año mientras veían una serie de videos cuyos temas iban desde videos musicales sentimentales hasta escenas de fiestas.

Los individuos que se identificaron como más solitarios exhibieron patrones de procesamiento cerebral que no sólo eran diferentes a los de sus homólogos no solitarios, sino que eran diferentes a otros de su mismo grupo.

Este hallazgo permite suponer que una comprensión compartida del mundo es importante para establecer conexiones sociales y que las personas que sufren de soledad no sólo son menos similares a la norma social de procesar el mundo, sino que cada persona solitaria lo es a su manera, que esto puede acrecentar aún más los sentimientos de aislamiento.

Epílogo de salida o compañía

Se ha demostrado que muchas de las cosas que podrían mitigar la soledad, o que se buscan con ese fin, como las redes sociales, no hacen sino agravar el problema. Incluso quienes trabajan con inteligencia artificial, que se ha propuesto en países ricos como una posible solución a la creciente epidemia de soledad, padecen más soledad que quienes tienen otro tipo de trabajo.

Sin embargo, hay soluciones, y no sólo es buscar compañía. Un estudio publicado en la revista Psychology and Aging el pasado junio encontró que tener un sentido de propósito en la vida, que puede ser desde una búsqueda altruista para contribuir a mejorar el mundo hasta un pasatiempo con significado personal, ofrece una poderosa protección contra la soledad.

“Sentir que es necesario salvar el mundo puede generar temor y angustia existencial”, dice Patrick Hill, coautor del estudio, en un comunicado de prensa. “Está bien si alguien piensa que tu propósito es trivial, siempre y cuando sea significativo para ti”.

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