Las alertas saltaban a la vista, hubo diagnósticos, pero se ignoraron; planes mal planteados, fallidos, que detonaron una mayor violencia y un incremento en el flujo de la migración forzada desde Centroamérica hacia el borde sur de México donde, hubo, lo que en términos juristas se considera ‘comisión por omisión’: una frontera donde la crisis humanitaria simplemente se dejó crecer.
Con la actual estrategia de contención de personas migrantes que implementa el gobierno de la República con el despliegue de la Guardia Nacional, a fin de
evitar la imposición arancelaria del gobierno estadounidense, México corre el riesgo de caer en una tendencia de mayor violencia y criminalización en contra de los extranjeros que vienen huyendo de la violencia en sus países de origen, coincidieron especialistas consultados por
ejecentral.
Considerando la pobreza como una “forma de violencia estructural” que aqueja a estas poblaciones en desplazamiento forzoso, Ruth Elizabeth Prado Pérez, profesora investigadora del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO apuntó que los migrantes padecen abusos tanto de grupos criminales organizados y trasnacionales como son las maras, pero también por agentes del Estado en este afán de evitar su ingreso y movilización por territorio mexicano.
“Hablamos de gente que el sistema económico imperante ha ido empujando, relegando con salarios cada vez más precarios, que realmente no les permite buscar alternativas para sobrevivir (…) Cuando se cruzan todas esas violencias hay un escenario donde quedarse en sus países de origen no es una opción. Si hablamos solo de pobreza la gente busca formas sobrevivir, incluso con fuentes de autoconsumo, pero cuando se conjuga con la violencia criminal se genera una bomba de tiempo”, advirtió
Para la autora del artículo “El entramado de violencias en el Triángulo Norte Centroamericano y las maras”, la autoridad debe abordar el fenómeno del flujo migratorio centroamericano como una migración forzada y no una en búsqueda del sueño americano, pues los riesgos de ser revictimizados tanto en sus países de partida como al llegar a México es sumamente latente, y más aún bajo el contexto de un despliegue militar como lo es el de la Guardia Nacional.
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Eso explica, señaló, el deterioro en materia de seguridad no sólo en consecuencia de mayores flujos, como advierten cifras tanto de sociedad civil como de los gobiernos mexicano y estadounidense; sino también un flujo diferente, donde hay cada vez más menores de edad acompañados y no acompañados, mujeres, y familias enteras, incluyendo adultos mayores, cuando tradicionalmente se veía a hombres migrando.
“Ahora vemos un flujo de migración forzada, intentando escapara de estas violencias. Pero la violencia no se queda atrás en sus países. En México enfrentan una violencia que es perpetrada tanto por agentes del estado como por agentes no estatales y grupos criminales; eso explica que hayan decidido viajar en los últimos en grupo y hacer estas caravanas enormes”.
¿Cómo impacta este despliegue y contención de la Guardia Nacional en los niveles de violencia contra estos flujos?
Coincido con las organizaciones que trabajan en favor de los derechos de los migrantes, porque lo que ocurre es una criminalización; migrar es un derecho y México tiene compromisos internacionales de protección a las personas migrantes y aquellas que solicitan refugio en nuestro país.
Cuando despliegas (el Estado) a tu personal militar y de seguridad para contener el flujo sí estas criminalizando. Tanto en el sur como en el norte están tratando de que no lleguen a Estados Unidos. El peligro en esta criminalización al detenerlos, al perseguirlos; y segunda, las fuerzas de seguridad no están familiarizados con la protección de los derechos humanos porque los militares no actúan en contextos civiles y hay riesgo de cometer abusos a los derechos humanos de estas personas.
Bajo el entendido de que México tiene una crisis humanitaria tanto en el norte y en el sur, que ni siquiera me atrevería a decir migratoria, con este nuevo despliegue, advirtió, Ruth Elizabeth Prado, resulta preocupante que se incremente un escenario de búsqueda de más rutas que harán más vulnerables a las personas migrantes.
En ese aspecto señaló que el escenario más probable es que los migrantes empiecen a tomar rutas marítimas para tratar de llegar a Estados Unidos, ante “este cerco militar y el endurecimiento de las medias para impedir su ingreso”.
A propósito el titular del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño Yáñez reconoció en entrevista con este periódico que con la puesta en marcha de la nueva estrategia los traficantes de personas o ‘polleros’ modificaron su forma de operar en la búsqueda de nuevas, incluso por vías marítimas, para trasladar a los grupos migrantes.
“Los balseros o los mercenarios de esta condición (de migración) pues ya vieron que hay una contención y empezaron a cambiar su modus operandi de movilidad, tan es así que desde ayer (martes 18) estas barcazas y todo esto de movilidad por mar ya estaban transitando hacia Salina Cruz por toda la rivera del Pacífico y para el Golfo de México hasta el Istmo de Tehuantepec, pero ya se está desplegando la Secretaría Marina a fin de contener”, señaló.
Institucionalizar la crisis…una bomba de tiempo
Aunque reconoció que hablar de los posibles impactos en cuestiones migratorias con este plan emergente del gobierno federal en la frontera sur serían hipótesis por la complejidad y reacciones que esto podría implicar, Sergio Prieto Díaz, Investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México, adscrito al Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) sostuvo que se trata de una reconfiguración territorial que implica una serie de procesos de redistribución poblacional donde el tema migratorio conlleva una complejidad histórica.
Al considerar los factores de esta reconfiguración, el académico apuntó que el principal es la importancia geopolítica y geoestratégica de la frontera sur y la península de Yucatán, donde históricamente se trata de una región “que siempre ha sido pretendida por los grandes poderes hegemónicos del mundo, para que a través de grandes proyectos o iniciativas se incorpore al mercado global para hacerla productiva en términos del sistema económico. Naturalmente han fallado, no han logrado completarse al 100 por ciento”, sostuvo.
Para Prieto Díaz, los planes que ha dejado entrever el gobierno de Andrés Manuel López Obrador respecto a detonar el desarrollo económico de la frontera sur, podría implicar un nuevo intento de poner a disposición el mercado global, los territorios, las riquezas, y las persona que habitan en la península; en otro aspecto de análisis, significaría, dijo, fungir como tapón migratorio, al percibir la región, desde la óptica estadounidense como un territorio donde se puede impedir que la gente siga su ruta hacia ese país.
Detrás de este reordenamiento territorial y redistribución población, señaló el académico del ECOSUR, está el incorporar de alguna manera precaria a estas grandes masas de población (migrantes) que van a ser empleados precarizados.
“Se habla que pueden ser jornaleros de Sembrando Vida, que pueden ser personas dedicas a labores básicas, como la construcción; se está generando la conformación de un nuevo mercado laboral global alimentado por personas migrantes, que alrededor del mundo son las personas más vulnerables, las que tienen las peores condiciones laborales, los menores derechos y reconocimientos y eso se está institucionalizando en la frontera sur de México y en el espacio centroamericano”.
¿Hay capacidad institucional el gobierno mexicano para generar o detonar este desarrollo?
El costo de que se consiga o no, hablando en términos hipotéticos, en un escenario de un año o seis meses. Desde el mismo plano de la hipótesis, incluso si México consigue contener y regular la migración hacia Estados Unidos, es la conflictividad social del sur bastante preocupante, porque los movimientos migratorios implican no sólo el desplazamiento de personas, sino también cuestiones de convivencia, integración, acceso a derechos, servicios básicos, derechos y obligaciones que no están para nada definidos.
Y abundó: “no sabemos qué pueda pasar, no estamos hablando que México tiene indicadores de primer mundo, y en cuestiones de mercado laboral interno el hecho de que estemos sumando una tremenda responsabilidad como puede ser recibir 100 mil o 150 mil migrantes, en términos de escasos recursos y competencia de ellos lo que se podría estar generando acá en la frontera sur es una bomba de tiempo”, advirtió.
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