«Y así fue como aprendí que en historias de dos conviene a veces mentir» Joaquín Sabina
Como película de terror cien veces repetida, las campañas electorales ensucian las calles con imágenes impresas en plásticos (¡bien “fotoshopeadas”!); anuncios en papel y en bardas; plumas, relojes, camisetas para los más allegados y una intragable cantidad de espacios publicitarios en radio, televisión e internet. Nada nuevo.
También en los candidatos la configuración del personaje es la historieta de siempre: sonrisa imborrable, mirada compasiva con las personas de la tercera edad, insaciable repartidor de besos a los más pequeños, discursos encendidos con el ceño fruncido y la mano empuñada, en alto, denunciando las atrocidades e ineficacias de sus antecesores. ¿Mencioné alguna originalidad? Usted ya los conoce.
¿Y las propuestas de los candidatos? También, en general, carentes de originalidad, similares... a las de las últimas tres décadas. Agregue una voz impostada y recordará inmediatamente las frases trilladas: “construiremos un verdadero Estado de Derecho”, “tendremos más transporte público y vehículos para recolectar basura”, “meteremos a la cárcel a los corruptos”, “instalaremos luminarias y recuperaremos espacios públicos para nuestros hijos”. “Honestidad a prueba de balas”, machacan.
¿Por qué si hemos atestiguado tantas veces las mismas propuestas, las carencias continúan? Por un lado, porque fueron promesas no cumplidas. Además, se trata de necesidades que no se satisfacen de una vez por todas. Es cierto. Pero también, porque muchos candidatos llegan con ideas nacidas del interés por llamar la atención, de tener impacto político, de distinguirse y separarse del anterior gobernante, etc. Y, pocas veces, encontramos planteamientos que respondan a las necesidades objetivas de cada demarcación. Por eso, el primer requisito para cada candidato debería ser el conocimiento profundo de las características de la región que pretende gobernar. Además, sería un buen primer embudo; por lo menos, serían personas que saben en dónde están parados.
Otro filtro interesante resulta la experiencia, el equipo de trabajo y la articulación que consiga con otras instancias de gobierno. Elementos pocas veces considerados.
¿Conocen la ciudad que pretenden gobernar?
En cuanto a promesas electorales, hay temas que siempre se escuchan bonito: “educación”, “empleo” “servicios públicos”, “crecimiento económico”. Sin embargo, aunque son asuntos trascendentes a escala mundial y nacional, no necesariamente son prioridades siempre, en el mismo nivel, para todas las localidades y de la competencia de todos los niveles de gobierno.
Me explico. Los retos educativos en la sierra de Oaxaca son distintos a los de la Delegación Benito Juárez del Distrito Federal. De igual manera, poco competen a un alcalde las leyes secundarias de una reforma en telecomunicaciones, por mucho que el edil esté interesado en este sector.
Las propuestas de los candidatos a gobernantes deben desprenderse de la realidad de cada lugar, aunque no sean las más bonitas. “Hay que hacer lo que hay que hacer, aunque no les guste” decía un director de empresa hablando de sobriedad presupuestal.
En este contexto, lo decía párrafos atrás, una primera exigencia a los candidatos es que conozcan el lugar que pretenden gobernar. No es posible impulsar una administración eficaz si desconocen las principales características de la región. ¿Cuantos somos?, ¿cómo se configura la población por edad, sexo, nivel educativo, capacidad adquisitiva?, ¿cuáles son las principales actividades económicas? Natalidad, fecundidad, mortalidad, características de los sistemas educativos, de salud y vivienda, urbanización, empleo, seguridad pública, impartición de justicia y hasta la flora y fauna del lugar.
Esto es particularmente relevante cuando nos encontramos a pocos días de iniciar la jornada electoral del próximo domingo 7 de junio. Al decir del mismo Lorenzo Córdova; Consejero Presidente del INE, una de las mayores y más retadoras elecciones de la historia. En estos comicios, además de la renovación de la Cámara de Diputados, se decidirán nueve gubernaturas y procesos locales en 17 Entidades Federativas. Más de 2150 cargos en juego.
Otro elemento pocas veces considerado en la evaluación de las alternativas electorales es el equipo del candidato. La cabeza es importante, pero no gobierna solo. En general, más injerencia operativa tendrán los colaboradores que estarán al frente de las principales áreas del gobierno: ¿quiénes son las personas que, junto con el candidato, gestionarán la seguridad, salud, economía, políticas públicas, etc? Pocas veces lo tomamos en cuenta.
Además de los elementos expuestos, y otros más comunes y “sexis” que usualmente sí advertimos —como la imagen y el partido que acompañan al candidato—, sugiero tomar en cuenta la experiencia profesional y los vínculos que el candidato tiene o es capaz de conseguir para articular su administración con otras instancias de gobierno. Nuevamente. El candidato no gobierna solo; requiere vincularse con sectores, públicos y privados, con quienes conjuntamente incentive el desarrollo del área que le compete. Un candidato sin vínculos, ni capacidad para lograrlos, o uno que ha roto los puentes de comunicación con las instituciones de su entorno, poco podrá construir solo.
Una ciudadanía responsable tiene un compromiso ineludible con el voto, especialmente con el voto razonado. No participar, o participar desinformados es, además de una sensible carencia cívica, la materia prima de los partidos interesados en conducir borregos, no ciudadanos.