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Autoridades del condado de Miami-Dade, ubicado al sur de Florida y con población predominante de migrantes, rechazaron ser santuario de indocumentados al reafirmar su cumplimiento de las leyes.
Las autoridades de este condado descartaron seguir el ejemplo de otros alcaldes de grandes ciudades, como el de Chicago, Rahm Emanuel, quien no colaborará con el presidente electo Donald Trump para entregar a indocumentados con fines de deportación.
En declaraciones hechas el pasado martes al Miami Herald, el alcalde Carlos Giménez, de origen cubano, rechazó que Miami-Dade sea santuario de indocumentados y fijó su postura de cooperar con la ley.
Si el delito por el cual el migrante indocumentado es grave o hay una orden de corte de por medio, Miami-Dade retiene al acusado a pedido de la autoridad migratoria, dijo Giménez, quien pese a ser republicano apoyó a la derrotada Hillary Clinton en esta elección.
Pero no retiene a migrantes por delitos menores si la autoridad migratoria federal no cubre el costo de la detención, por lo que algunos consideran la zona como “semisantuario”.
Miami-Dade está incluido entre las 115 zonas que limitan la cooperación con las autoridades del Departamento de Inmigración, y por ello es considerada una ciudad santuario, según el Departamento de Justicia.
En el condado operan los reclusorios donde los policías llevan a las personas que arrestan en todas las ciudades locales, y tiene la autoridad de rechazar las solicitudes de la policía migratoria sobre algún inmigrante para su posible deportación.
El presidente electo Donald Trump ha declarado la guerra a las ciudades santuarios y ha prometido la deportación de al menos tres millones de inmigrantes indocumentados y recortar fondos federales a las ciudades santuario que no apoyen a la autoridad migratoria.
Algunos de los alcaldes demócratas que han prometido no cooperar con los planes de Trump son Bill de Blasio de Nueva York; Rahm Emanuel de Chicago; Eric Garcetti de Los Ángeles y Ed Murray de Seattle. DA