Con Ochoa, el PRI dilapida 14 puntos de su candidato
Las corrientes internas aún demandan ajustes de candidatos y de discurso para remontar la debacle que por ahora muestran las encuestas, revertir la preferencia que tiene López Obrador en 28 estados y rescatar algunas de las nueve gubernaturas en juego
En julio de 2016, cuando Enrique Ochoa Reza llegó a la dirigencia nacional del PRI, la intención de voto para José Antonio Meade era de entre 31 y 35 por ciento. Faltaban varios meses para el destape de los candidatos, pero desde entonces la firma Oraculus le daba seguimiento a las simpatías que suscitaban los presidenciables.
Por aquellos días, las preferencias hacia Andrés Manuel López Obrador, dirigente nacional de Morena, oscilaban, según la encuestadora, entre 20 y 23 por ciento. El tabasqueño figuraba como único aspirante seguro en las boletas, pero aun así estaba por debajo de Meade, entonces secretario de Desarrollo Social.
Veintiún meses después, la realidad cambió radicalmente. Al momento de ceder el timón del PRI, Ochoa Reza dejó a Meade con una intención de voto de entre 17 y 21%, la mitad de como la encontró. Y López Obrador tiene el doble, en un casi inalcanzable primer lugar.
A Ochoa Reza le tocó resistir la metralla de señalamientos de corrupción contra integrantes de su partido. Durante su gestión ocurrieron las fugas y los momentos más tensos de los procesos judiciales contra los exgobernadores Javier Duarte, Roberto Borge y César Duarte; también resintió críticas por el socavón de Cuernavaca, le tocó hacer control de daños por la llamada Estafa Maestra y le tocó de lleno la onda expansiva que provocó la acusación de que Emilio Lozoya recibió supuestos sobornos de la empresa Odebrecht durante la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto.
Ese conjunto de escándalos minó la imagen del partido y del abanderado.
Pero, de acuerdo con fuentes de alto nivel del PRI, también hubo errores garrafales de operación política que derivaron en renuncias, desencanto de la militancia y protestas de “brazos caídos” en plena campaña.
René Juárez Cisneros, el nuevo presidente del tricolor, tiene el desafío de recomponer en 55 días lo que Ochoa Reza dilapidó en un año y nueve meses. Y no se trata sólo de números en las encuestas, sino de reconciliación entre priistas, de contener la fuga de militantes disgustados por la selección de candidatos y de evitar que el tricolor se convierta en tercera fuerza política, como ocurrió en 2006, el año más negro en la historia del partido.
“La salida de Ochoa y el arribo de Juárez Cisneros fue un reconocimiento implícito del PRI de que su campaña no estaba funcionando bien. Eso se veía claro desde afuera, pero ellos se resistían a admitirlo. Este cambio es un esfuerzo de tratar de amarrar el voto duro, que también parece que no lo tenían todo consigo, porque los priistas no estaban muy contentos con Ochoa”, apunta el analista político José Antonio Crespo.
“Con Ochoa los priistas nunca estuvieron contentos, lo veían como alguien muy ajeno, muy cercano a Luis Videgaray, por lo que ahora ponen a alguien totalmente tradicional, de las bases del partido para ver si pueden cerrar filas y atraer la votación dura del PRI en favor de Meade”, añade el catedrático del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Y el primer paso ya se dio. Meade, que se resistía a ponerse una chamarra roja, emblemática en los mítines priistas, la usó por primera vez el domingo 6 de mayo, durante un acto en la explanada de la sede del partido. En lo que pareció un relanzamiento de la campaña, el aspirante habló del orgullo priista y llamó a las bases del partido a “jugársela a muerte” para ganar los comicios del 1 de julio. Lo hizo frente a un auditorio donde estuvieron presentes integrantes del gabinete del presidente Enrique Peña Nieto, gobernadores, candidatos a gobernador, exdirigentes del partido —entre ellos Manlio Fabio Beltrones— y candidatos a legisladores, entre los que estaba Miguel Ángel Osorio Chong.
Antes del domingo, estos dos últimos personajes, Beltrones y Osorio tenían poca sinergia con la campaña presidencial y tenían poca interacción con Ochoa.
“Cercanía con las bases”
A Claudia Ruiz Massieu le tocó hacer mancuerna con Enrique Ochoa Reza durante uno de los casi dos años que dirigió los destinos del PRI. Entre los principales retos que enfrentaron juntos estuvieron las elecciones en Estado de México, Coahuila y Nayarit, la organización de la XXII Asamblea Nacional —en la que se quitó el candado de 10 años de militancia para ser candidato y se abrió la puerta a aspirantes externos—, así como la conducción del proceso interno para elegir al abanderado presidencial.
La sobrina del presidente Carlos Salinas de Gortari fue obligada a pedir licencia temporal como secretaria general, pues, por estatutos, le correspondía asumir la dirección del partido en caso de que el presidente en turno presentara su renuncia. Para evitar ese trámite y hacer expedita la llegada de René Juárez, fue necesario que Ruiz Massieu se ausentara, aunque fuera por algunas horas, para que Juárez asumiera lo antes posible como presidente sustituto.
Interrogada sobre las implicaciones de la salida de Ochoa y el arribo de Juárez, Ruiz Massieu respondió a ejecentral: “Es el inicio de un nuevo ciclo en el partido la llegada de René Juárez a la presidencia, un priista que realmente conoce las entrañas del partido, que es muy querido por nuestra militancia y que abre una etapa de cambio de estrategia, de mayor cercanía con la campaña, pero también de mayor cercanía con las bases y la militancia del partido”.
Con Ochoa los priistas nunca estuvieron contentos, lo veían como alguien muy ajeno, muy cercano a Videgaray, por lo que ahora ponen a alguien totalmente tradicional, de las bases del partido, para atraer el voto duro”. José Antonio Crespo, analista político
Al preguntarle si hay tiempo suficiente para reorientar la campaña y recuperar terreno en las preferencias electorales, Ruiz Massieu matiza: “Es que no hay cambios, lo que realmente hay es una continuación de la estrategia, una profundización de la actividad en tierra, que está perfectamente en sintonía con el inicio de las campañas a nivel local, lo cual genera una mucho mayor energía en el priismo de todo el país, puesto que ahora tenemos miles de candidatos que están recorriendo las calles y que están llevando las propuestas de José Antonio Meade”.
Pero el reto es mayúsculo para René Juárez Cisneros, quien se encontró con un escenario en el que López Obrador tiene una amplia ventaja en las preferencias de voto en 28 estados de la República, entre las que están 12 de las 14 entidades gobernadas por el PRI.
De acuerdo con un sondeo de la empresa Arias Consultores, el tabasqueño es favorito en Campeche (59.4%), Coahuila (33.3%), Colima (59.5%), estado de México (52.9%), Guerrero (51.6%), Hidalgo (38.0%), Oaxaca (56.9%), San Luis Potosí (54.3%), Sinaloa (51.8%), Tlaxcala (53.4%), Yucatán (36%) y Zacatecas (51.9%).
De los estados en manos del PRI, los únicos donde José Antonio Meade aparece como favorito son Jalisco (33.6%, frente a 32.2% del tabasqueño) y Sonora (37.6%, contra 36.2% de López Obrador).
Y de las nueve elecciones de gobernador, el panorama para Juárez Cisneros es cuesta arriba. En cinco entidades (Chiapas, Guanajuato, Morelos, Puebla y Veracruz), los candidatos del PRI aparecen en tercer lugar, y en cuatro demarcaciones (Ciudad de México, Jalisco, Tabasco y Yucatán), los abanderados tricolor están en la segunda posición, según encuestas de las firmas Parametría y Massive Caller.
En cuatro entidades (Chiapas, Ciudad de México, Morelos y Tabasco), los candidatos punteros son de Morena; en otras cuatro (Guanajuato, Puebla, Veracruz y Yucatán) las preferencias las encabezan los candidatos del frente PAN-PRD-MC, y en Jalisco parece inminente el triunfo de Enrique Alfaro, del Movimiento Ciudadano. En el menú, el único priista competitivo es Mauricio Sahuí, quien está a menos de cinco puntos del panista Mauricio Vila en las elecciones de Yucatán.
Piden la cabeza de Nuño
“René Juárez es una gente formada en el PRI, fue presidente municipal de Acapulco, gobernador de Guerrero, diputado federal, senador, delegado en varios estados, tiene la experiencia, habla el lenguaje de la militancia, nos parece cambio acertado, pero no es suficiente”, afirma Ulises Ruiz, dirigente de Democracia Interna, un movimiento disidente al interior del PRI que desde siempre se manifestó en contra de la nominación de Ochoa Reza como dirigente del Revolucionario Institucional.
“Hacen falta otros ajustes, como el cambio de coordinador de campaña”, dice Ruiz a ejecentral. “Necesitamos a alguien que conozca al PRI, que hable con la militancia y Aurelio Nuño no reúne ese perfil, pues cuando le preguntan sobre las reformas estructurales, se vuelve el defensor del gobierno federal y no el coordinador de la campaña de Pepe Meade”.
Para el exgobernador de Oaxaca es necesario replantear las candidaturas a senadores y diputados, tanto plurinominales como de mayoría relativa, pues “hay candidatos que no están funcionando, que están provocando salidas del partido y que le cuestan votos al candidato a la presidencia de la República”.
Y pone ejemplos: “Hay compañeros que tiene tareas en el CEN del PRI y en la campaña, eso no puede ser, no se puede chiflar y comer pinole. Rubén Moreira tiene una enorme responsabilidad en la campaña, me parece que debe dejar la pluri a alguien que sume votos. Vanessa Rubio, nadie duda de su capacidad, pero ella está para ir al gabinete de Meade, debe dejar ese espacio para hombres y mujeres que pueden sumar más, que pueden reconciliar más hacia el interior del partido. Está el caso de Ximena Puente, que tanta polémica causó porque venía de un órgano autónomo, el candidato no tiene porque cargar con esos señalamientos, ella también tiene que dejar la candidatura. Enrique Ochoa tiene que dejar la pluri, él se pronunció contra las pluris y ahora resulta que él es uno de ellos, que deje la candidatura a alguien que pueda sumar votos”.
López Obrador tiene una amplia ventaja en las preferencias de voto en 28 estados de la República, entre las que se encuentran 12 de las 14 entidades gobernadas por el PRI, según un sondeo de Arias Consultores.
Ulises Ruiz también llamó a revisar las encuestas donde el PRI está en tercer lugar, donde el partido está hundido en las preferencias. “Hay que hacer los relevos necesarios, los candidatos que vayan en tercer o cuarto lugar deben dejar esos espacios para perfiles más competitivos que lleven votos al candidato presidencial, pues de lo contrario corremos el riesgo de quedar como tercera fuerza política”.
Dijo el exmandatario que lo mismo sucede en el caso de los dirigentes de sectores y organizaciones. “Ellos ya cumplieron su tarea para legitimar las decisiones del presidente para seleccionar candidato, y ahora es tiempo de salir a la calle, de caminar y de invitar al voto”.
Ismael Hernández Deras, actual dirigente de la Confederación Nacional Campesina (CNC) “sería un espléndido candidato a diputado federal por la capital de Durango, con él seguro la ganaremos”. Una situación similar ocurre con Arturo Zamora, líder de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), que “pudiera ser candidato a diputado federal y sustituir a alguno de los aspirantes que no estén bien posicionados en Jalisco”.
Fuga de priistas
El 10 de enero de 2018, el exgobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, renunció al PRI después de 40 años de militancia, y se incorporó a las filas del Partido Encuentro Social (PES). “El PRI ha dejado de ser un partido popular, democrático, progresista e incluyente”, dijo el exmandatario al argumentar su dimisión.
El 7 de febrero, seis expresidentes municipales de Coahuila anunciaron su salida del tricolor por haberse sentido excluidos en el proceso de selección de candidatos. El 20 de febrero, el regidor de Guanajuato, Armando Vázquez, abandonó las filas del Revolucionario Institucional debido a “la falta de oficio político de los directivos estatales y nacionales”.
El 28 de febrero, la coordinadora de campaña de José Antonio Meade en Jalisco, Claudia Delgadillo, renunció al PRI para incorporarse a Morena. Son al menos 38 los priistas de larga trayectoria y que han tenido cargos públicos relevantes los que han salido del partido en los últimos tres meses, la mayoría de ellos inconformes con los métodos de selección de candidatos y con la línea de trabajo de Enrique Ochoa Reza.
“Me parece que se tardaron mucho en quitar a Enrique Ochoa, el señor era un problema en el PRI”, refiere el exsecretario general del PRI, César Augusto Santiago, quien también encabeza una corriente interna que aboga por la democratización de los procesos de selección de candidatos.
“No tenía el empaque para ser dirigente nacional, no sé porque lo pusieron. Yo creo que ha sido uno de los peores en la historia del partido, era un especie de vocero del Poder Ejecutivo, nunca entendió el gran proyecto del PRI, nunca lo divulgó, y simplemente se dedicó a hacerle la barba al presidente Peña”, espetó.
Al preguntarle si menos de dos meses son suficientes para enderezar la campaña, Santiago conesta: “Yo espero que el señor René Juárez sea incluyente. El PRI, en su lógica de toda la vida, nunca fue una cupulita de ineptos como la que dirigió Ochoa, siempre fue incluyente. El PRI está hecho hazañas electorales, lo que pasa es que si pones de dirigente a un ignorante, a alguien que no conoce esa prosapia priista, que no conoce al PRI, que no se atreve a tomar medidas porque queda atrapado en esos escándalos de esta bola de ladrones que están en la cárcel, pues entonces será difícil recuperar el proyecto del PRI y presentarlo a la sociedad”.
Actualmente, el PRI gobierna 14 de las 32 entidades del país, en las cuales viven 52.4 millones de mexicanos, lo que equivale a 43% de la población nacional. De ratificarse las tendencias actuales del voto (las cuales señalan que el tricolor perdería Jalisco y Yucatán), el partido gobernaría 12 estados, donde hay 42.4 millones de habitantes, lo que representa 35% de la población. El PRI estaría ante su peor marca, desde 1988, último año en que el partido gobernaba las 32 entidades.
Esa situación pondría al PRI en igualdad de circunstancias que el PAN, pues también tendría 12 gubernaturas, donde viven 39.5 millones de personas. Por su parte, Morena tendría a su cargo la Ciudad de México, Chiapas, Morelos y Tabasco, donde viven 18.4 millones de personas, equivalente a 15.3% de los habitantes del país.
Carolina Monroy, secretaria general del PRI en los tiempos en que Manlio Fabio Beltrones era líder nacional, confía en revertir la tendencia en lo que resta de la campaña. “La consecuencia del cambio de dirigencia nacional será muy favorable; me parece que forma parte de una renovación natural de los partidos. René Juárez es un gran priista es un hombre querido por todos nosotros y celebro que este acompañando a Pepe Meade, el próximo presidente de México en este proceso”.
¿Enrique Ochoa se había convertido en un problema?, se le cuestiona a Monroy. “No lo sé, yo ya tiene un tiempo que dejé el CEN; lo que sí creo es que cada etapa al interior del partido siempre es valorada y de Enrique Ochoa tendrá su espacio en el recuerdo del partido. ¿Que si hay buen tiempo? Yo creo que los ajustes cuando son necesarios se tienen que hacer, en este caso se tomó la decisión de hacerlo de esa manera y a mí me parece que es una designación muy, pero muy acertada.
Para el exgobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, la remontada de Meade también pasa por cambiar el discurso. “El PRI debe reconocer que no podemos aspirar a ser una potencia mundial con 50 millones de pobres; para nosotros la prioridad deben ser esos 50 millones de pobres, pero le estamos dejando esa cancha y esa problemática a una propuesta demagógica, electorera, como es la propuesta de Morena y de López Obrador”, dijo el oaxaqueño.